De islamista a atea y cristiana: «Veo un cambio muy grande en el mundo musulmán» - Alfa y Omega

De islamista a atea y cristiana: «Veo un cambio muy grande en el mundo musulmán»

La activista de origen somalí Ayaan Hirsi Ali inauguró el Congreso Católicos y Vida Pública. Es optimista sobre el rechazo al extremismo en los países musulmanes pero alerta de su crecimiento en Europa

María Martínez López
Ayaan Hirsi Ali atiende a los medios durante su estancia en Madrid
Ayaan Hirsi Ali atiende a los medios durante su estancia en Madrid. Foto: CEU.

Escapó de su familia para evitar un matrimonio forzado y lleva 20 años en los Países Bajos y Estados Unidos amenazada de muerte por los islamistas; los mismos que en 2004 asesinaron al cineasta Theo van Gogh después de trabajar juntos en un documental sobre la mujer en el islam. Sin embargo, la activista y expolítica liberal de origen somalí Ayaan Hirsi Ali asegura a Alfa y Omega que es «muy optimista» sobre el futuro de esta religión, que profesó en su juventud. Sin dejar de ser abiertamente crítica, Hirsi Ali ha matizado con el tiempo algunos de sus enfoques. Si en 2007 afirmaba que «estamos en guerra» contra «el islam en su totalidad» porque «no hay uno moderado», al publicar en 2015 Reformemos el islam admitía que hay musulmanes reformistas a los que Occidente debería apoyar. Coexisten, explicaba, con los que promueven o defienden la imposición —incluso violenta— de la sharía y con la mayoría que se limita a cumplir sus preceptos sin inclinación a la violencia. 

Poco antes de su conferencia inaugural en el 26 Congreso Católicos y Vida Pública el 15 de noviembre, la activista aseguró a este semanario que «veo un cambio muy grande en el mundo musulmán». Se refiere sobre todo a «la prohibición en Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos o Baréin de los Hermanos Musulmanes», el movimiento islamista «más exitoso, que promueve la idea de que todas las sociedades se deben gobernar de acuerdo con la sharía».

También señala al «pueblo de Irán», que ha experimentado la ley islámica «40 años y la ha rechazado». El régimen de los ayatolás «se derrumbará antes o después y vendrá una sociedad que podrá contar cómo es vivir así». Por último, celebra los Acuerdos de Abraham entre Israel y varios países musulmanes, auspiciados por Estados Unidos durante el primer mandato de Donald Trump. Ahora «creo que los va a retomar. Eso va a llevar a un esfuerzo para marginar a los islamistas», que pronostica que pasará por «una conversación seria sobre la deshamasización de Oriente Medio». A ello añade de nuevo el papel de los creyentes que quieren «cambiar esta religión desde dentro y declarar obsoletos todos sus elementos políticos». 

De casi islamista a cristiana

Hija de un opositor somalí, durante sus primeros años Ayaan Hirsi Ali huyó con su familia a varios países. En Kenia estudió en un colegio musulmán. Siguiendo el ejemplo de una maestra de la que «pensaba que me estaba iluminando», empezó a cubrirse entera. El mismo impacto tuvieron en toda la comunidad predicadores enviados por los Hermanos Musulmanes. De adolescente hasta deseó ser mártir.

Tras renegar del islam en 2004 y declararse atea, hace un año se bautizó. En un artículo sobre esta decisión —está preparando un libro— afirma que «con instrumentos puramente seculares no se puede contrarrestar el islam» ni el empuje de China o Rusia. A nivel personal, reconoce que «el ateísmo no responde ante el sentido de la vida» y que «encontré insoportable la vida sin solaz espiritual».

Estos avances en los países musulmanes contrastan, para Ali, con el miedo que le produce constatar que «los movimientos islamistas radicales crecen en Europa». En particular los Hermanos Musulmanes «están aquí celebrando la oportunidad de abusar de la libertad de expresión, de religión y de asociación que forman parte de nuestras constituciones». En este sentido, en agosto pasado aseguraba en un ensayo que «las organizaciones musulmanas más prominentes» en Occidente «o bien fueron creadas por los Hermanos Musulmanes o están asociadas a ellos». En el texto, defendía la necesidad de que los gobiernos europeos y americanos declaren terrorista a esta organización, que considera el modelo de «todos los movimientos islamistas posteriores» y sus filiales. 

En el congreso del fin de semana pasado, Ali dedicó su intervención a defender un «nacionalismo cívico» para el siglo XXI, que no se basa en «sangre y suelo» sino en la lealtad a los valores constitucionales frente al «tribalismo» al que ha llevado la lucha por la «multiculturalidad» y la «diversidad». Esta corriente defiende la «lealtad al grupo» por encima de la debida a la nación. Con ese discurso, además, «es imposible oponerse» a la infiltración islamista. Frente a estos fenómenos, reivindicó «recuperar un cristianismo confiado y asertivo» e incluso invitó a las Iglesias a «competir con los radicales por el alma de las comunidades inmigrantes».

Un «reto irrenunciable»

En la conferencia final del Congreso Católicos y Vida Pública, el filósofo francés Fabrice Hadjadj señaló que apostando por el aborto y la eutanasia y por revisar la historia colonial, «Europa desespera de lo humano». Frente a ello, apeló a la esperanza de saber que de la miseria no nos saca «nada, salvo la misericordia divina». Alfonso Bullón, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas —organizadora de esta cita anual que tenía como lema Quo vadis? Pensar y actuar en tiempos de incertidumbre y contó con 2.500 participantes—, señaló que transformar «un catolicismo social, por lo general silencioso e irrelevante, en minoría creativa» es un «reto irrenunciable». Una palabra, «reto», que para Hadjadj implica «una cuestión de vida o muerte» a la que enfrentarse con «el alma sanada» y aceptando «tener el cuerpo magullado en el martirio».