Las chicas de la estación. Reflejo de las carencias del sistema de protección  - Alfa y Omega

Las chicas de la estación. Reflejo de las carencias del sistema de protección 

Juan Orellana
Salua Hadra, Julieta Tobío y María Steelman
Salua Hadra, Julieta Tobío y María Steelman. Foto: Nueve Cartas.

La directora española Juana Macías retoma la temática de los centros de menores en Las chicas de la estación, presentada en el último Festival de San Sebastián. Ella se ha inspirado en unos hechos que conmocionaron a la opinión pública en enero de 2020, cuando una niña tutelada denunció la violación grupal sufrida durante la Nochebuena en el barrio de Camp Redó, de Palma de Mallorca. Aquel suceso sirvió para destapar que existía un grupo de proxenetas que reclutaba a adolescentes tuteladas para que mantuvieran sexo con adultos a cambio de droga y dinero. La película parte de esos hechos para contarnos la historia de tres chicas adolescentes —Álex, Jara y Miranda—, que viven en un centro de menores balear. El argumento se centra en una de ellas, Jara (Salua Hadra), que tiene un poco de mayor protagonismo que las demás.

A Jara le comunican que su madre ha dado su beneplácito para que vaya a una familia de acogida. Jara no quiere creerlo, pues para ella es como aceptar que su madre se desentiende de su hija. Cuando se da cuenta de que es cierto, se desfonda, como la protagonista de Noemí dice que sí (2022). Álex tiene un padre violento con el que mantiene una relación agresiva y de mutuo odio. Miranda oculta su situación familiar y es la más luminosa de las tres. Entre ellas se apoyan y se cuidan. Las cosas empiezan a cambiar el día que acceden a la propuesta de una antigua compañera del centro, convertida en proxeneta, y que les ofrece dinero a cambio de favores sexuales en los servicios de una estación. Ellas sueñan con ir a un concierto de una famosa rapera, pero es caro y carecen de dinero. Y ahí comienza su descenso a los infiernos.

A pesar de lo sórdido de la trama, Juana Macías hace un inteligente ejercicio de sentido moral no mostrando ningún plano en el que se vea a las víctimas prostituyéndose. Esas elipsis y fueras de campo no son solo una muestra de respeto a esas jóvenes -—tanto de la cinta como de los muchos casos reales que hay—, sino también al espectador que, de esta manera, no se convierte en involuntario voyeur de esa explotación sexual.

En el filme se reflejan, sin acritud ni demagogias, las carencias del sistema de protección de menores. El educador del centro, Marcos, por un lado es colega y por el otro hace cumplir —o lo intenta— las normas. Pero casi nunca educa realmente ni se sale de su zona de confort. La directora se implica aún menos. Y, por otra parte, nadie hace un trabajo social y humano con las desastrosas familias de origen. El resultado es que ellas se tienen solo a sí mismas y tratan de protegerse como pueden. El desenlace de Jara demuestra que ella no puede seguir siendo una adulta, en el peor sentido de la palabra, a los 14 años. Que necesita una familia donde ser hija y hermana. Probablemente esta sea la mejor película de Juana Macías.

Las chicas de la estación
Dirección:

Juana Macías

País:

España

Año:

2024

Género:

Drama

Público:

+16 años

Cartel de 'Las chicas de la estación'