«Hemos visto cómo se pierde el negocio de toda una vida, pero después de la cruz viene la gloria» - Alfa y Omega

«Hemos visto cómo se pierde el negocio de toda una vida, pero después de la cruz viene la gloria»

La tienda de trofeos y grabados P. Cabañero fue arrasada por la DANA. A pesar de lo cual, la familia ya se ha puesto en marcha «para poder retomar la actividad lo antes posible»

José Calderero de Aldecoa
Máquinas embarrados en la tienda de trofeos. Foto cedida por Amparo Cabañero.

Dentro del otro drama causado por la DANA, el de la ruina de los muchos autónomos que vieron como la riada arrasaba el negocio con el que sustentaban a sus familias, está el caso de la familia Cabañero. Su pequeña empresa se dedica a la venta de trofeos, la grabación de placas y la enmarcación de cuadros. La tienda quedó totalmente inservible el 29 de octubre. Con todo, la actitud con la que lo han vivido y sus circunstancias personales les están facilitando afrontar este revés con cierta calma.

«Hemos tenido que tirar todo, hasta el coche. Las máquinas de impresión, los marcos, los ordenadores…», detalla Amparo Cabañero en conversación con Alfa y Omega. «Solo hemos podido recuperar dos estanterías metálicas, el resto todo fuera». Al final, «hemos visto cómo se pierde el negocio de toda una vida», asegura la joven, cuya familia regenta el local desde hace tres décadas.

A pesar del dramático escenario, al que Amparo llama «la cruz», la familia ya se ha puesto en marcha para «tirar para adelante», porque «después de la cruz viene la gloria», asegura. De esta forma, los Cabañero se encuentran ya en este momento adecentando el local. «El lunes empezamos a pintar. Los nuevos muebles se los hemos encargado a una tienda de Alfafar. Estamos ahora con el aprovisionamiento de las nuevas máquinas para poder retomar la actividad lo antes posible», asegura.

El gasto de levantar de nuevo el negocio ha salido de su propio bolsillo. «Mi padre es autónomo y todos los meses hemos ido reservando un dinero por lo que pueda pasar». Y ahora que ha pasado, han podido tirar de él para resurgir de nuevo. «Lo vemos como una inversión. Además, como somos una familia, pues todos nos cuidamos. Yo también estoy trabajando, soy maestra en Sagunto, y puedo apoyar económicamente».

La familia también ha tenido la ayuda de decenas de voluntarios que, desinteresadamente, han colaborado en las tareas de limpieza. La propia Amparo se ha cogido unos días en el trabajo para ir a ayudar no solo en su tienda, «sino también a otros vecinos que a lo mejor son mayores y no pueden recoger todo solos», asegura. Asimismo, agradece a los distintos proveedores que se han acercado para ayudar con material. «Esa es la gran fuerza que tenemos ahora, que nos estamos ayudando los unos a los otros».

Sobre las ayudas oficiales tiene una opinión distinta. «Imagino que llegarán, pero no sabemos nada de momento». Tampoco del consorcio de seguros, al que «ya hemos hecho la reclamación pertinente, aunque imagino que esto tardará porque atender a miles de reclamaciones simultaneas tampoco debe de ser fácil».

A pesar de no haber recibido ayuda estatal, Amparo Cabañero prefiere no buscar culpables. «Cada uno, en conciencia, tendrá que ver la carga» que lleva a la espalda. «Yo, por mi parte, estoy poniendo todo de mi parte para que las cosas funcionen un poquito mejor». Y añade a modo de conclusión: «Si lo que nos ha pasado a nosotros sirve para que podamos aprender todos y que no vuelva a pasar una cosa así, pues bienvenido sea».