Dios actúa en la historia: aprendiendo a leer los signos de los tiempos - Alfa y Omega

Dios actúa en la historia: aprendiendo a leer los signos de los tiempos

Domingo de la 33ª semana de tiempo ordinario / Marcos 13, 24-32

Ana Almarza Cuadrado
'Juicio final'. Jacob de Backer. Museo de Arte de Phoenix (Estados Unidos).
Juicio final. Jacob de Backer. Museo de Arte de Phoenix (Estados Unidos).

Evangelio: Marcos 13, 24-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».

Comentario

El Evangelio de este domingo, día en el que celebramos la Resurrección de Jesús, es una llamada a la esperanza; a poner nuestra vida de forma consciente en manos de Dios, que nos promete una vida en plenitud. Él es el verdadero protagonista de la historia, es un Dios presente en la vida de la Iglesia, comunidad, pueblo de Dios, y en la vida concreta de cada uno de sus hijos e hijas. La Palabra nos invita a confiar y a afianzarnos en que nuestra vida está dentro del plan amoroso de un Dios que es Padre-Madre y es capaz de hacer nuevas todas las cosas.

Este Evangelio nos mantiene en tensión entre el presente y el futuro. Jesús nos invita a estar alerta, a vivir de forma consciente, a aprender a leer los signos de los tiempos, a descubrir su Vida en nuestra vida. Si acogemos su Palabra y nos mantenemos en Él, no tenemos nada que temer. Estos versículos no pretenden sobrecogernos, hacernos temblar, sino que, leídos en clave creyente, nos dan pistas para interpretar el momento presente y a aprender a desentrañar los acontecimientos cotidianos, a leer nuestra vida como historia de fidelidad y salvación. Nos enseñan, como creyentes, a estar cerca de quienes viven persecución, inseguridad, miedo, tribulación, falta de sentido en la vida, ausencia de valores, vacío, soledad…

Desgranando, en ambiente de oración, cada versículo, confrontándolo con nuestra vida y acogiendo la de quienes se acercan a nosotros y a nuestras comunidades —hermanos y hermanas que viven con angustia y oscuridad, provocada en ocasiones por la pobreza, la desigualdad, las leyes injustas de la migración, la violencia, las agresiones—, se nos da un toque de atención: es en los momentos de tribulación, cuando todo parece oscurecerse, que tenemos que afianzar nuestra fe, reconocer la presencia de Jesús que ha venido a salvarnos y a darnos vida en abundancia. Cuando no vemos la luz es el tiempo de caminar en confianza, como un ciego que se fía de quien le conduce. En el Antiguo Testamento la nube es presencia protectora de Dios y los ángeles quienes nos guardan en nuestros caminos. Hoy se nos llama a vivir en confianza y a ser nubes, ángeles, para quienes en algún momento de sus vidas viven en la desesperanza. Dios nos ha elegido y no nos olvida, nos ama tal y como estamos, y en el tiempo oportuno, en el tiempo de Dios, y nos alentará en la esperanza hasta el encuentro con Él, donde viviremos en plenitud la vida, la justicia, la bondad.

Marcos nos revela la pedagogía de Dios, una pedagogía de vida desde lo que tenemos más próximo, desde un aprendizaje significativo, desde lo que nos afecta e interpela. En este momento en el que se nos pide cuidar la creación, Dios nos propone la naturaleza como lugar de aprendizaje y presencia. Imaginémonos una higuera: necesita su tiempo para que crezcan sus hojas y maduren sus frutos. Esta imagen nos invita a imaginar el proyecto de Dios sobre lo que ha creado. A través de la parábola nos impulsa a prestar atención y a descubrir en cada acontecimiento «que Él está cerca, a la puerta» esperando nuestra respuesta y afianzando nuestra capacidad de aceptar las dificultades que se nos presentan, de acoger el tiempo de Dios desde la confianza.

Con este Evangelio, ¿qué quiere decirte Jesús aquí y ahora? ¿Vives con esperanza los momentos de dificultad, de dolor? ¿Cómo se hace Jesús presente en tu vida? ¿Crees, de verdad, que Jesús es el protagonista de la historia y que te acompaña con su amor misericordioso?