Un autónomo afectado por la DANA: «He perdido el sustento con el que sobrevive mi familia»
La tienda fotográfica de David Torres ha quedado arrasada. «Fue el cariño que recibí de los vecinos el que me convenció de que tenía que seguir adelante», manifiesta
David Torres se encontraba en su tienda de fotografía, situada en el municipio de Catarroja (Valencia), cuando recibió el WhatsApp de un vecino en el que le pedía que tuviera cuidado porque, al parecer, se había desbordado el barranco. «Inmediatamente me puse a recoger todo mi equipo, pero nada más empezar la operación empezó a entrar agua en la tienda», explica en conversación con Alfa y Omega.
«Me apresuré para subir todo a un altillo que tengo en la tienda», que está a una altura de unos dos metros. En total Torres tardó no más de 3 o 4 minutos, pero cuando se dirigió a la puerta para escapar ya no pudo abrirla por la presión del agua. «En el exterior había dos personas a las que pedía ayuda, pero el ruido era ensordecedor y no me oían». El fotógrafo, según confiesa, se empezó a poner muy nervioso ante la perspectiva de quedarse atrapado.
Finalmente, David Torres pudo alertar a estas personas y, entre los tres, lograron abrir una pequeña rendija por la que pudo salir al exterior. «Cuando soltamos la puerta se cerró con una violencia increíble y ya no se pudo volver a abrir». A partir de este momento, comenzó una travesía llena de peligros. «El agua me llegaba por el pecho y veía como los coches venían flotando por la calle en dirección hacia donde estábamos».
El fotógrafo fue sorteando los obstáculos como pudo, saltando de coche en coche, hasta que logró encaramarse a una casa en la que resguardarse. «Llegué en shock. La verdad es que no entendía nada. Pero si ni siquiera había estado lloviendo esa tarde», exclama.
Una vez a resguardo, «pude avisar a mi mujer» y «ya me quedé algo más tranquilo». Permaneció en el domicilio hasta 03:30 de la madrugada, cuando ya empezó a remitir el torrente. «Por fin llegué a casa, junto a mi mujer y mi hijo, a las 04:00 horas. Al entrar, me di cuenta de que había salvado la vida de milagro». No obstante, en unas pocas horas «perdí el sustento con el que sobrevive mi familia. Mi mujer tiene una enfermedad crónica autoinmune y vivíamos los tres de lo que daba la tienda».
Al día siguiente, Torres pudo ir a comprobar los daños en el local. Describe lo que vio como «un espectáculo dantesco. Es como si te encontraras en mitad de una guerra». El agua había superado ampliamente el altillo en el que en un inicio intentó resguardar todo su equipo. «Al ver la tienda me di cuenta de la estupidez que había cometido. Por salvar todo aquello, podría haber muerto». Lo que ocurre «es que pensaba en mis clientes y por eso no salí inmediatamente. En la tienda tenía reportajes de boda que todavía no había entregado o presentaciones de fallas que todavía no habían venido a recoger. Me angustiaba perder todo aquello».
A pesar de la destrucción del local, las tareas de limpieza no empezaron hasta pasado un tiempo. «Si todas las empresas de la zona nos hubiéramos puesto a sacar el mobiliario al exterior, hubiéramos dificultado el ya de por sí dificultoso tránsito de los vecinos». Por eso, David Torres decidió esperar. «También porque lo primero que hubo que hacer fue certificar todo lo que había en la tienda para pasar el parte al consorcio de seguros».
Cuando por fin se puso a desembarrar el local, al fotógrafo le surgieron dudas sobre la continuidad del negocio. «Fue el cariño que recibí de los vecinos el que me convenció de que tenía que seguir adelante», manifiesta. «Date cuenta de que aquí me conoce todo el mundo. Entre mi padre y yo hemos estado presentes en los momentos más felices en la vida de buena parte del pueblo. Al que no le he hecho el reportaje fotográfico de su boda, se lo he hecho de la comunión de los niños o de su embarazo», acierta a decir David visiblemente emocionado.
Al autónomo también se le escapa alguna lágrima cuando piensa en sus compañeros de profesión. «Han hecho un grupo de apoyo y nos están consiguiendo material para que podamos reiniciar la actividad lo antes posible». Tampoco se olvida de los miles de voluntarios, la mayoría jóvenes, que «han hecho una labor extraordinaria». Al final todos estos gestos, «la solidaridad de España entera, es lo que me da fuerza para seguir adelante».
No obstante, Torres es consciente de que el futuro no va a ser nada fácil. «Miro mi cuenta a día de hoy y está a cero. Y miro a mis clientes», que en su mayoría son de Paiporta, La Torre y Catarro, «y te das cuenta de que son gente que no va a poder celebrar cosas que requieran la presencia de un fotógrafo en mucho tiempo. Yo mismo, por ejemplo, tenía una boda la semana que viene y la han cancelado. Así que mi trabajo va a tardar un tiempo en recuperarse».
En este contexto, la ayuda de 5.000 euros anunciada para los autónomos, que se puede reclamar a partir del día 19 de noviembre, es un comienzo, pero es insuficiente. Solo el equipo que Torres tenía en el local rondaba los 40.000 euros tirando por lo bajo.
El fotógrafo cuenta también con lo que pueda recibir del consorcio. A pesar de todo, «he abierto un gofunde para ir tirando y no tener que pedirle dinero a mi familia para sobrevivir», concluye.