El cronista de la Villa de Madrid Iván (Juan) de Vera Tassis y Villaroel en el siglo XVII describió a la Virgen de la Almudena de esta forma: «Está firme sobre una pequeña peana de dos dedos de alto; su aspecto es muy majestuoso y de profunda gravedad con que mueve a cuantos la ven a debida reverencia». Esta descripción sigue muy vigente. La diferencia es que, en la primitiva parroquia de Santa María la Real de la Almudena, la escultura se encontraba vestida con mantos donados por reinas y damas de corte, tal y como se puede apreciar en el Museo Catedral. Actualmente, en el templo catedral, la contemplamos sin mantos, puesto que, en 1892, don Ciriaco Sancha, obispo de Madrid, ordenó su restauración y la retirada de los adornos que la perjudicaban.
La catedral de la Almudena fue consagrada por san Juan Pablo II el 15 de junio del año 1993. Unos días antes, el 10 de junio, la imagen de la Virgen llegó en procesión desde la actual colegiata de San Isidro, que hacía de catedral provisional. Había estado allí solo los últimos 39 años, desde 1954. Su recorrido por diferentes templos comenzó en 1868, tras la demolición del primitivo de Santa María de la Almudena. En ese momento, fue llevada al convento de las Bernardas del Santísimo Sacramento, donde hoy se encuentra la catedral castrense. Ya había estado allí en otras ocasiones. Inicialmente, se pensó que su estancia no sería muy larga, ya que el clero, los fieles y la Congregación de la Real Esclavitud de la Virgen de la Almudena tenían la intención de construir rápidamente una nueva parroquia. No obstante, esta se retrasaba, y fue necesaria la intervención de la reina María de las Mercedes y del rey Alfonso XII para comenzar la edificación en 1883. La primera parte, la cripta, fue terminada en 1911, y el 29 de mayo de ese mismo año continuó el periplo de la imagen, que fue trasladada allí mientras seguían las obras. Sin embargo, la agitación política en España durante la primera mitad del siglo XX las ralentizó y dejó la cripta en mal estado. Así, se optó por trasladar nuevamente la imagen a la iglesia del Santísimo Sacramento en agosto de 1939, tras una procesión con motivo del Año Santo Mariano decretado por Pío XII. Allí permaneció hasta el 2 de febrero de 1954, cuando fue llevada a la colegiata. Finalmente, en 1993, encontró su sede definitiva en la catedral.