La CEE busca el antídoto contra la polarización
La Iglesia dedicará la XLIV Semana Social a reflexionar sobre el diálogo. «Estamos en un momento difícil», asevera Jesús Avezuela
La imagen de solidaridad de los valencianos, acudiendo en masa a socorrer a los afectados por la DANA ha dado la vuelta al mundo. Un atisbo de esperanza en medio de una tragedia, con mayúsculas, que también se ha caracterizado por la confrontación política para sacar rédito electoral. Con decenas de fallecidos y miles de personas aún en paradero desconocido, partidos de todos los colores se han acusado de ser los responsables de la tragedia. Se trata del último capítulo de una polarización que se ha arraigado en España en los últimos años y que ha terminado por expandirse en el ámbito cultural, social e incluso religioso. «Estamos ciertamente en un momento difícil, de extremos, y no lo podemos obviar», asevera Jesús Avezuela, miembro del Consejo de Estado. Ante esta situación, «el hilo para coser la fragmentación social es el diálogo», considera el también presidente de las Semanas Sociales, institución integrada dentro de la Conferencia Episcopal Española que el propio Avezuela define como «una cátedra ambulante de la doctrina social de la Iglesia».
La institución, precisamente, celebrará este viernes y sábado —8 y 9 de noviembre— la XLIV Semana Social de España. La cita, que tendrá lugar en Valladolid con el lema El diálogo, camino para la Iglesia, cuenta con una guía de trabajo que parte de la polarización y se detiene en las condiciones necesarias para el diálogo. «Claro, lo que ocurre es que el diálogo, en sí mismo, no sirve», sostiene el responsable de la iniciativa. «La cultura del encuentro no surge con un mero ejercicio de conversación». En primer lugar se ha de «buscar la verdad», lo que no es incompatible, según Jesús Avezuela, con el reconocimiento de la existencia de una diversidad de la que nos podemos enriquecer e intentar comprender. «No estoy hablando de renunciar a la propia identidad, sino de no encerrarse en ella». Por otro lado, este intercambio carece de sentido si no está «orientado a la búsqueda del bien común» y se afronta desde una perspectiva interdisciplinar. «Otra cuestión importante es la capacidad de escucha», subraya el presidente de las Semanas Sociales. Sin ella, el diálogo se convierte en monólogo y «las palabras destruyen puentes en vez de construirlos». Por último, la propuesta eclesial invita a bajar el ritmo. Esta apuesta «necesita tiempo, confianza y paciencia. El diálogo se cocina a fuego lento y no a velocidad de microondas».
En este sentido, el modelo podría ser el Sínodo sobre la Sinodalidad, cuya segunda sesión se celebró entre el 2 y el 27 de octubre y que se ha materializado en un único documento con la aportación de 358 padres y madres sinodales. «Desde luego, es un ejemplo que nos puede inspirar. Lo que habría que ver es cómo se puede trasladar esta dinámica de forma eficiente a un marco puramente civil», se pregunta Avezuela, que también es el presidente de la Fundación Pablo VI. Por otro lado, la Iglesia también puede ser modelo de unidad, a pesar de las diferencias. «No obviamos que la polarización también ha afectado al ámbito religioso, pero desde luego es el lugar donde menos se trasluce», concluye el presidente de las Semanas Sociales. A su juicio, esto tiene que ver con la mirada alta de los católicos, que cuando fijan sus ojos en Dios son capaces de trascender a su individualidad por un bien mucho mayor.