«Tiene que haber alguien que abra la puerta laboral a los migrantes»
Afiavi Irene y Nilda llegaron de Togo y Bolivia para ayudar a sus familias y en esta fundación valenciana encontraron una formación específica en cuidados
Son las once de la mañana y Nilda sale un momento de su clase de cocina para atendernos. «Hoy estamos haciendo tortilla de patatas con cebolla, un sofrito de verduras y unas bolitas de patatas», explica orgullosa. Esta boliviana de 45 años estaba estudiando Enfermería cuando salió de su país hace 18 años «para tener un futuro mejor, ahorrar dinero y mandárselo a mi familia, que son de clase humilde». Nilda es una de las nuevas alumnas que han ingresado este curso en los talleres de formación de Soluzziona, una fundación valenciana creada en 2016 que ayuda en la capacitación de personas con dificultad para acceder a un trabajo, especialmente migrantes.
«Cuando empecé las tareas con personas mayores y niños no tenía experiencia y me di cuenta de que a veces no sabía cómo planchar o cocinar», señala Nilda. Por eso, cuando le hablaron de Soluzziona no lo dudó y se inscribió a los cursos que ofrecen sobre cocina, cuidado a ancianos y a menores, limpieza o protocolo. Una capacitación por la que ya han pasado más de 1.500 personas con una gran variedad de perfiles: desde 18 años hasta mujeres de 60. «El trabajo al final es una garantía de vida para poder cumplir todos esos sueños por los que han dejado atrás su país, familia y amigos. Queremos ser ese impulso que los ayude», comenta en conversación con Alfa y Omega Arancha Aznar, una de las impulsoras de esta fundación junto a su marido, Federico Martínez. Azar participó el pasado lunes representando a la entidad en el evento organizado por la ONGD Harambee en Madrid por el Día Internacional de los Cuidados, que se conmemoraba al día siguiente.
Soluzziona nació con una clara vocación social. Tanto Arancha como su marido han sido durante años delegados de Harambee. «Nos sensibilizamos mucho con el tema de la migración» y, después de estar años involucrados en diferentes proyectos, pensaron en lanzar Soluzziona, que actualmente gestionan junto a seis personas más. «Muchos migrantes llegan absolutamente solos y en busca de una oportunidad de trabajo, pero tiene que haber alguien que les abra las puertas», señala.
Es el caso de Afiavi Irene, que tiene 42 años y era peluquera en su país natal, Togo, donde regentaba su propio comercio. Cuando tocó a las puertas de esta fundación en 2018 llevaba en los brazos a un bebé de 8 meses que ya tiene 6 años. «Me dieron formación, cariño y trabajo. Son como mi segunda familia», asegura a este semanario. Lo que marca la diferencia, «es que en Soluzziona la parte humana lo es todo».