Los vericuetos sinodales cogen forma en el documento final

El gran proyecto sembrado por el Papa hace tres años para hacer de la Iglesia un espacio más participativo y menos clerical ha entrado en su última fase. Este viernes se reúne la comisión que redactará el documento final que será votado al día siguiente. Pero, ¿qué propuestas han resonado con mayor fuerza para que la sinodalidad sea una realidad? Una de las cuestiones más debatidas ha sido la naturaleza de la autoridad doctrinal de las conferencias episcopales. El sacerdote italiano Dario Vitali, coordinador de los expertos teólogos del Sínodo, señala que esta sugerencia emana directamente de la constitución apostólica Praedicate Evangelium, que aboga por «una sana descentralización». Esto implicaría ceder a los obispos «algunas competencias sobre aspectos que conocen bien de la fe en beneficio de los fieles confiados a su cuidado». Explica que hasta 1998 estos organismos gozaban de cierta autonomía, pero se acotó su capacidad al «plano pastoral» con la publicación del motu proprio Apostolos suos. En el Código de Derecho Canónico sí se les reconocen «algunas áreas de competencia doctrinal» como la publicación, con la aprobación de la Santa Sede, de catecismos para la Iglesia local o la aprobación de traducciones y ediciones propias de los textos sagrados. Con todo, Vitali remarca que esta sugerencia «no significa que los obispos vayan a tener la potestad de declarar dogmas». Más bien se trataría de acomodar de forma concreta la doctrina «al contexto en el que se encuentra cada Iglesia local con un lenguaje propio y con la capacidad de ofrecer respuestas a los problemas que surjan».

Otras de las prioridades del Sínodo está siendo reforzar la transparencia y la rendición de cuentas. Se sigue así la estela del instrumentum laboris, que ya mencionaba que todas las diócesis presenten informes anuales sobre su respuesta a los abusos sexuales. «La transparencia en el ámbito de la protección de menores y adultos vulnerables debería dejar de ser opcional. Muchos de los errores que ha cometido la Iglesia en el pasado ha sido porque se ha sobrecargado de trabajo a los obispos y han tenido que tomar decisiones solos y sin tener que dar cuentas a nadie», aseguró en uno de los encuentros informativos diarios en el Vaticano el prefecto del Dicasterio para la Comunicación y presidente de la Comisión para la Información de esta asamblea, Paolo Ruffini.

También se está barajando incluir en el documento final la obligación de que todos los obispos cuenten con un consejo de finanzas. Pero solo serán «eficaces si dejan de reunirse en contadas ocasiones y se les otorga responsabilidades reales en la vida de la diócesis», asegura una fuente informada del Sínodo que prefiere mantener el anonimato.

Otra de las propuestas es la creación de nuevas estructuras eclesiales para minar el clericalismo. Por ejemplo, se está considerando el desarrollo de «ministerios de escucha laicos», confirma el teólogo Alejandro Ortiz, muy vinculado al Sínodo a través del Observatorio Latinoamericano de la Sinodalidad. Esta posibilidad, ilustrada con la creación de los ministerios de catequista, lector y acólito, no tendría por qué estar vinculada al ámbito litúrgico. Se está hablando mucho de las «experiencias de acompañamiento con pueblos indígenas y afrodescendientes, pero también con inmigrantes», de la Iglesia en Hispanoamérica. Con todo, Ortiz proyecta que esta cuestión estará en el documento final pero no será «dominante» en él. Este texto, que recogerá las ideas de mayor consenso, no tendrá la última palabra en el devenir de la Iglesia. Tras este ejercicio de consulta, será el Papa quien decida qué propuestas respaldar y cuáles no.