Me sucedió hace unos cuantos años. Llegaba tarde a una reunión y cogí un taxi. En cuanto el taxista se percató de que llevaba a un clérigo, me soltó a bocajarro: «¿Quién se cree el Papa para decir que solo el cristianismo es la religión verdadera?». Se refería a la declaración Dominus Iesus, que había sido publicada por aquellos días. Aquella pregunta me hizo pensar en cómo una cuestión como el diálogo interreligioso podía interesar a una persona que, aparentemente, está a otras cosas.
Estamos en una sociedad religiosamente plural o, si prefieren los que tienen alergia a esta palabra, diré diversa. Convivimos personas de distintas confesiones cristianas, una pluralidad de creencias y mucha indiferencia religiosa. Esto es un hecho, por lo que me parece fundamental saber cómo los católicos nos debemos situar ante esta diversidad. Y, en este sentido, George Augustin con su último libro publicado en castellano nos puede ayudar.
Así pues, en una sociedad religiosamente plural, ¿qué criterio debemos seguir para establecer una relación justa y adecuada con las religiones no cristianas? ¿La moda, el pacifismo, la cultura woke basada en el relativismo, la culpa por el pasado? ¿O debe ser la verdad?
El análisis que nuestro autor hace de las distintas corrientes teológicas que se ocupan del diálogo con los no cristianos deja claro que una teología del pluralismo religioso que se base en el teocentrismo y niegue la autocomunicación de Dios en Cristo estaría renunciando a aquello que es esencial al cristianismo. Y lo fundamenta en que Dios envió al mundo a su único Hijo para que el mundo se salve por Él.
George Augustin nos advierte de dos peligros en el desarrollo de la teología del pluralismo religioso. El primero es el relativismo que equipara a Cristo y el cristianismo con todas las demás religiones sin especificar su propia identidad. El segundo es un falso dogmatismo que más que proponer la fe en Cristo, la impone. Frente a estas posturas tenemos el realismo cristiano que distingue entre lo que pertenece a la cultura y lo que pertenece propiamente a la fe. Lo primero es coyuntural mientras que lo segundo es esencial y no se puede renunciar a ello. En consecuencia, «es tarea y responsabilidad de la teología cristiana de las religiones mostrar que tiene sentido y es razonable confesar hoy a Jesucristo como el Hijo único de Dios y, por tanto, como Salvador universal y redefinir la auto comprensión del cristianismo desde este centro».
George Augustin
Sal Terrae
2024
480
28 €