Enjaulan a las niñas para que no se escapen - Alfa y Omega

Enjaulan a las niñas para que no se escapen

Un informe denuncia el mal trato a las víctimas de Boko Haram tras su liberación. Un sacerdote es de los pocos que las ayudan

Victoria Isabel Cardiel C.
El padre Joseph imparte una charla a una de las comunidades que fueron atacadas por Boko Haram
El padre Joseph imparte una charla a una de las comunidades que fueron atacadas por Boko Haram. Foto cedida por Joseph Fidelis Bature.

La primera vez que el padre Joseph Fidelis Bature atendió a una niña de 8 años con múltiples desgarros en sus genitales y en el ano por las violaciones sistemáticas a las que fue sometida por Boko Haram pensó que era una atrocidad aislada. «Creíamos que era muda, pero en realidad sufría mutismo postraumático», explica. Era el año 2014 y el grupo terrorista arrasaba con kalasnikovs y machetes todas las aldeas en las que irrumpía para convertir todo el norte de Nigeria «en un califato». Los obispos le ofrecieron la posibilidad de salir, pero se negó. 

Diez años después ha atendido cientos de casos parecidos. A muchas «las enjaulan en el bosque para que no se escapen» y solo las dejan salir «para violarlas», por lo que desarrollan terror a estar al aire libre. Tiene claro que Boko Haram asesina o recluta a los hombres pero las mujeres y las niñas son las peor paradas. 

Su relato coincide con el que ofrece el informe ¡No quiero… la guerra!, presentado en el Día Internacional de la Niña —11 de octubre— por las ONG Amnistía Internacional, Entreculturas, Mundo Cooperante y Save the Children, unidas en la Alianza No Quiero. Incluye datos espeluznantes sobre cómo distintos conflictos se ceban con las menores. En él, una víctima de Boko Haram cuenta que «todas estuvimos de acuerdo» en acceder al matrimonio con sus captores después de que mataran a dos chicas que se negaron. Según el relato de otra, «cuando mi marido quería intimar conmigo, yo me negaba, pero entonces [otros combatientes] me azotaban. Tras azotarme me violaba y sus amigos le ayudaban. Lo hizo todos los días durante casi un año».

El sufrimiento no terminaba con la liberación. El informe denuncia que niñas y mujeres «han estado bajo custodia ilegal de las Fuerzas Armadas durante períodos que oscilaban entre varios días y casi cuatro años». Los soldados «las insultaban, las llamaban “esposas de Boko Haram” y las acusaban de ser responsables de los homicidios». El mal trato recibido equivalía en algunos casos a tortura. Otras «fueron abandonadas a su suerte en campos de desplazamiento entre millones de personas» y a veces las reunieron con sus “esposos” que se habían rendido. 

En este sombrío panorama, una de las pocas manos que se les tienden es la del padre Fidelis. Hace cuatro años pudo abrir —gracias a Ayuda a la Iglesia Necesitada— el único centro de atención a traumas que hay a cientos de kilómetros a la redonda. Allí atiende a mujeres que llegan en no pocas ocasiones al borde de la muerte psíquica: «La gran parte solo desea morir y que las maten, pero aquí emprenden un viaje de curación».