Los 135 nicaragüenses excarcelados a Guatemala sufrieron palizas y otras torturas - Alfa y Omega

Los 135 nicaragüenses excarcelados a Guatemala sufrieron palizas y otras torturas

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos denuncia «descargas eléctricas, aislamiento prolongado, privación del sueño y acceso limitado a la luz solar»

Rodrigo Moreno Quicios
Imagen de espaldas de los 135 excarcelados de Nicaragua llegando a Guatemala. Foto: Presidencia de Guatemala

Los 135 líderes católicos y evangélicos excarcelados de Nicaragua a Guatemala el pasado 5 de septiembre sufrieron «tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes». Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los funcionarios sandinistas les propinaron palizas y torturaron por medio de «descargas eléctricas, aislamiento prolongado, privación del sueño, interrogatorios constantes y acceso limitado a la luz solar».

Según una declaración pública de este ente dependiente de la Organización de los Estados Americanos, su Mecanismo Especial de Seguimiento para Nicaragua ha recabado en las últimas semanas testimonios sobre «las persistentes deplorables condiciones de detención que se caracterizaron por la insalubridad en las celdas, falta de acceso a agua potable, alimentación insuficiente y de mala calidad, negligente atención médica y falta de acceso a medicamentos».

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos subraya los atropellos especialmente sangrantes en el caso de las presas retenidas en el centro penitenciario La Esperanza, ubicado en el sur de Managua. «Algunos testimonios apuntan a la aplicación de regímenes de aislamiento», denuncia el organismo. «Asimismo, se documentó la falta de atención médica y de medicamentos adecuados, a pesar de que muchas presentaban problemas de salud, como infecciones». Incluso «se documentó la presencia de cámaras de vigilancia en las celdas».

De acuerdo con los testimonios recopilados por Alfa y Omega en conversación con algunos de estos 135 represaliados, «las torturas físicas son catastróficas y el maltrato verbal por parte de la Policía y los militares, muy vulgar». Entre los diferentes mecanismos que tenían los funcionarios para amedrentarlos, las víctimas señalan, entre otros, que «nos encerraron en una pequeña celda toda de metal donde pasábamos el día y la noche bañados en sudor y el oxígeno no entraba». Como secuelas: «Presión arterial altísima y la piel enllagada por el exceso de calor».

Demanda de acogida

Aparte de denunciar estas violaciones, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos llama a la comunidad internacional a que ofrezca el estatus de refugiado a los líderes y opositores desterrados por el régimen de Ortega para que puedan reconstruir sus vidas en condiciones de dignidad.

Una petición que combina con su reiterada condena a la persecución y el hostigamiento del Ejecutivo sandinista y la exigencia de liberación para los cautivos. De acuerdo con los datos aportados por la comisión, al menos 36 personas continúan retenidas de manera arbitraria, entre ellas ocho líderes indígenas «que permanecen privados de libertad, en condiciones deplorables de insalubridad, sin acceso a agua potable, alimentación inadecuada, falta de atención médica y denuncias de malos tratos».