Luz, sombras y santidad: así influyó san John Henry Newman en El Señor de los Anillos
Cuando se cumplen cinco años de la canonización del cardenal inglés, el profesor de la UCAV Juan Antonio Sánchez subraya que «si uno lee la literatura de Tolkien entiende que conocía a la perfección toda su obra»
«En este frasco he recogido la luz de la estrella de Eärendil, tal como apareció en las aguas de mi fuente. Brillará más en la noche. Que sea para ti una luz en los sitios oscuros, cuando todas las otras luces se hayan extinguido», dice la dama elfa Galadriel al entregar a Frodo Bolsón un frasquito de cristal centelleante, en El Señor de los Anillos. Tiempo después, cerca del final del viaje de Frodo y Sam hacia el Monte del Destino, la luz del frasquito y la invocación a Varda, creadora de las estrellas, efectivamente rasga las tinieblas de la guarida de Ella-Laraña y les permite continuar con su misión.
El protagonismo de la luz en la obra de J. R. R. Tolkien sirve a Juan Antonio Sánchez, profesor de la Universidad Católica de Ávila (UCAV) para señalar una de las múltiples formas en las que el célebre escritor inglés se vio marcado por san John Henry Newman, de cuya canonización se cumplen cinco años este domingo. Pues la luz es también «un elemento simbólico que utiliza Newman una y otra vez», subraya para Alfa y Omega. Sánchez explicó La influencia de Newman en el trasfondo católico de la obra de Tolkien el pasado 25 de septiembre, en la III Jornada de la Cátedra John Henry Newman de la UCAV.
«Fue un descubrimiento un tanto inesperado», admite en entrevista con este semanario. Al detectar elementos católicos en las películas de El Señor de los Anillos, Sánchez quiso llegar a su origen. «Tirando del hilo de dónde podía venir esa influencia, llegas a que el magisterio de John Henry Newman influye en una manera poderosísima en todos los escritores católicos de finales del XIX y del siglo XX en Inglaterra».
En el caso de Tolkien esta influencia es muy directa, ya que el santo se podría considerar en cierto sentido su abuelo espiritual. En efecto, al fallecer su madre, Mabel, cuando John Ronald Reuel Tolkien tenía 12 años, él y su hermano menor, Hilary, pasaron a la tutela legal del padre Francis Morgan, miembro del Oratorio de San Felipe Neri en Birmingham. Era 1904. «Newman había muerto hacía poco, en 1890, y su presencia casi física estaba ahí». Pero, además, durante sus últimos años «Morgan en muchos casos ejerció como su secretario. Compartió con él muchas cosas. A través de él, ese legado va a llegar a Tolkien», señala el profesor.
¿Qué literatura cristiana?
Por ejemplo, el cardenal y Tolkien «tienen la misma idea de lo que debe ser la literatura católica. Newman expresa por escrito en varias ocasiones que tiene que tener influencia no solo cristiana sino también clásica y que no puede prescindir de las miserias humanas ni presentar mundo idílico, sino al hombre con sus luces y sombras». Para ambos, por tanto, este tipo de escritura «no es aquella que cuenta cosas de la Biblia sino la filtrada a través del escritor católico».
Sánchez cita asimismo que en la obra de Tolkien «está presente» de algún modo la «vocación universal a la santidad», una propuesta con la que Newman «anticipa el Concilio Vaticano II». Y ve en su novela histórica Calixta un planteamiento muy similar al del autor de El Señor de los Anillos: «Un mundo en el que existe una puerta siempre abierta a la esperanza; en el que todo puede ir muy mal pero siempre hay una hendidura por donde puede penetrar la luz».
Son solo algunos ejemplos, pues asegura que muchas más huellas se encuentran de forma menos explícita. Pero concluye que «si uno lee la literatura de Tolkien entiende que conocía a la perfección toda la obra de Newman y se la había leído».
La formación en la fe a través del legado del cardenal Newman no fue lo único en lo que el padre Francis Morgan influyó en Tolkien. Morgan en realidad se llamaba Francisco Javier y había nacido en El Puerto de Santa María (Cádiz), hijo del galés Francis Morgan y de María Manuela Osborne. Por tanto, era nieto del fundador de las célebres Bodegas Osborne. «Su lengua materna era el español y le contó a Tolkien muchas cosas de la vida en España». Por ejemplo, la escena de la huida en toneles de Bilbo y los enanos desde el palacio del rey elfo Thranduil en el Bosque Negro, en El hobbit, recuerda a «la bajada de los toneles por el Guadalquivir».