Durante siglos, el hermoso nombre de Amador «el que ama», fue popular entre los cristianos. Su patrón en España es san Amador de Martos, mártir en el año 855. En el diccionario de la RAE, amador es sinónimo de amante. Su antónimo, odiador, equivale a hater en inglés, más utilizado porque identificaron antes esa patología. El nombre de Amador expresa el punto central de nuestra fe: «Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo». Por eso, quienes siembran odio a los demás, por muy de «santo» que lo vistan, erosionan el cristianismo.
Hace cuatro años Francisco alertaba en la encíclica Fratelli tutti frente al populismo y la crispación, señalando específicamente «los movimientos digitales de odio y destrucción» que acaban envileciendo a personas y sociedades enteras con consecuencias funestas. Ya en su exhortación apostólica Christus vivit (2019), dirigida a los jóvenes, había advertido de que «el funcionamiento de muchas plataformas a menudo acaba por favorecer el encuentro entre personas que piensan del mismo modo […]. Estos circuitos cerrados facilitan la difusión de informaciones y noticias falsas, fomentando prejuicios y odios». Desde el esperpéntico asalto al Capitolio en enero de 2021, Trump ha mantenido un discurso de odio, desprecio y xenofobia que en esta campaña electoral ha resonado en casi todo el planeta. Por añadidura, las campañas de desinformación de dos países contra los derechos humanos y el derecho internacional se han vuelto estridentes. La de Rusia, que incluye crispar contra los inmigrantes, es muy intensa desde la invasión de Ucrania. La de Israel, que intenta justificar la masiva matanza de civiles en Gaza —van ya más de 41.000— como respuesta al brutal asesinato de 1.200 israelíes, en su mayoría civiles, y la toma de 253 rehenes por milicianos de Hamás el 7 de octubre de 2023, es todavía más dañina. Al cabo de un año de microvídeos manipuladores en las redes, hay jóvenes católicos que preguntan sin alterarse: «¿Por qué Israel no se ha cargado ya a todos los palestinos en Gaza?». El odio produce monstruos.