Quieren demostrar que la paz no es una utopía - Alfa y Omega

Quieren demostrar que la paz no es una utopía

El Instituto Católico para la No Violencia ofrece a políticos y organizaciones estrategias inspiradas en los líderes del movimiento pacifista. Son las que más éxito tienen, aseguran

Victoria Isabel Cardiel C.
La experiencia de Pax Christi en movilizaciones por la paz se vuelca a hora en un laboratorio de ideas
La experiencia de Pax Christi en movilizaciones por la paz se vuelca a hora en un laboratorio de ideas. Foto: Astuto Roble / CC BY-SA 2.0.

Existen 12.121 armas nucleares en el mundo, según los datos del anuario 2024 del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Una cifra aberrante que, por sí sola, justifica el nacimiento del Instituto Católico para la No Violencia. Este centro eminentemente virtual echó a andar el pasado domingo con la apertura de una pequeña sede en Roma. Por ahora, tiene en agenda varios seminarios online centrados en las estrategias usadas por figuras clave del movimiento pacifista como, por ejemplo, Mahatma Gandhi o Khan Abdul Ghaffar Khan en la liberación de la India; Martin Luther King Jr. en la lucha contra la discriminación racial en Estados Unidos o la liberiana Leymah Gbowee, que en 2002 organizó encuentros de oración y protesta no violenta, obteniendo «negociaciones de alto nivel para poner fin a la segunda guerra civil» en el país africano, como señala el presidente de Pax Christi Italia, Giovanni Ricchiuti. Este movimiento católico global impulsó el despegue de este laboratorio de ideas dedicado a ofrecer herramientas tanto a los políticos como a las organizaciones internacionales, así como a las Iglesias locales «para prevenir la violencia, interrumpirla y construir sociedades que funcionen pacíficamente y apoyen el derecho de todos a una vida digna».

Marie Dennis es una de las voces más autorizadas en las campañas antibélicas. La experta y expresidenta de Pax Christi International ha liderado una investigación que demuestra que los movimientos sociales con mayor éxito son aquellos que mantienen «como disciplina la no violencia, incluso cuando son objeto de represión o tortura». Muchos de ellos «triunfan gracias a formas creativas de protesta que mezclan métodos de concentración, como sentadas comunitarias, y de dispersión, como boicots». Cita como ejemplo el movimiento Kifaya (basta en árabe) que en el año 2003 sacó a las calles a cientos de egipcios para protestar contra el régimen dictatorial de Hosni Mubarak. «Está probada la influencia que tuvieron en los levantamientos de 2011 que acabaron por deponerlo», asegura.

Incapacidad de los líderes

Además de focalizarse en la investigación, este centro «pretende mejorar el corpus de trabajo ya existente y hacerlo más accesible». «Estamos hablando de algo tan sencillo como un cambio cultural para construir relaciones que sean respetuosas», señala.

Para que todo esto no se quede en simple retórica, Ricchiuti asegura que lo más urgente es desvestir el concepto de paz y quitarle «la pátina de utopía que se le ha dado». «Se está normalizando la guerra, como si fuera una opción viable para arreglar los conflictos, como si el diálogo no fuera posible», lamenta. De hecho, critica la «absoluta incapacidad» de los líderes políticos para enterrar la vía militarista y abrir las puertas al diálogo. Por ello, sus organizadores han planteado la necesidad de que haya una «descripción sólida de la no violencia, además de prácticas no violentas clave y las normas de una ética de paz justa», que deberían pasar a formar parte del magisterio de la Iglesia. Hay una falta real de un «liderazgo robusto» que apueste claramente por la no violencia en los espacios públicos, asegura Ricchiuti. Es justo ahí donde los católicos tienen mucho que decir.

No a la guerra

El obispo estadounidense de San Diego, el cardenal Robert McElroy, presentó en Roma el Instituto Católico para la No Violencia junto al presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, el cardenal Charles Maung Bo. Asegura que la doctrina de la guerra justa no siempre está en armonía con el mensaje del Evangelio: «En la vida de la Iglesia las teorías de la guerra justa son un elemento secundario de la enseñanza católica; la primera es que no deberíamos involucrarnos en ninguna guerra». Con demasiada frecuencia este principio ha derivado en un acicate para legitimar guerras, lo que supone en la práctica «un grave obstáculo» para la paz.