Reacción en Medjugorje al pronunciamiento del Vaticano: «Aquí todo el mundo está muy agradecido»
Nikola Djukic se encuentra en la localidad con un grupo de 120 peregrinos. «Se reconoce la espiritualidad del lugar», manifiesta este converso serbio que lleva cada año a miles de fieles ante la Reina de la Paz
El anuncio por parte del Vaticano de que se iba a pronunciar oficialmente sobre las supuestas apariciones en Medjugorje suscitó un gran revuelo mediático. De hecho, la conferencia de prensa del pasado jueves fue seguida por medios de comunicación del mundo entero.
En ella, el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández, y el secretario de la sección doctrinal del mismo dicasterio, Armando Matteo, presentaron un extenso informe cuya publicación fue autorizada por el Papa Francisco el pasado 28 de agosto. En él se asegura que «se han producido muchos frutos positivos y no se han difundido efectos negativos o de riesgo entre el pueblo de Dios».
Por ello, se concedió el nulla osta del Vaticano, lo que significa que no hay inconvenientes doctrinales, ni tampoco evidencias de engaños o estafas hasta la fecha. En todo caso, con esta regulación en ningún momento el Vaticano ha declarado como verídica la aparición mariana de Medjugorje. Esta es una potestad que solo puede ejercer el Papa, como pasó con los santuarios de Fátima y Lourdes, una vez finalice el fenómeno sobrenatural.
La conferencia de prensa dio la vuelta al mundo, pero ¿cómo se vivió en el propio Medjugorje? La noticia fue seguida por Nikola Djukic desde esta pequeña localidad situada en el sur de Bosnia y Herzegovina. «Estoy aquí con un grupo de 120 peregrinos», comenta a través del teléfono.
—¿Qué se comenta en Medjugorje sobre la rueda de prensa del Vaticano?
—Por aquí todo el mundo está muy agradecido y muy contento, sobre todo porque se reconoce la espiritualidad del lugar. Hay que tener claro que estamos hablando de apariciones, esto no es un espectáculo. En cualquier caso, es lo único que se podía decir. Solo cabían dos opciones: o prohibir o por el lado bueno, reconocer los frutos y permitir el culto público. Otra cosa no se podía hacer porque las apariciones duran todavía y no se pueden pronunciar al respecto.