La juventud migrante en España es un objetivo fácil para el odio
Los recursos limitados para la atención a estos jóvenes, así como su reparto por comunidades autónomas, los han colocado en el debate político y convertido en diana para los mensajes racistas
La migración ha ocupado en las últimas semanas un lugar prioritario en el espacio informativo español debido a la llegada de embarcaciones con personas migrantes a bordo a las islas Canarias. En este contexto, el debate migratorio en el ámbito político se ha polarizado enfrentando a los principales partidos del país, dando lugar, una vez más, a discursos xenófobos y a la criminalización de colectivos y personas migrantes. En concreto, los jóvenes migrantes no acompañados han vuelto a ser el foco de muchos de estos discursos.
Los recursos limitados para la atención adecuada de estos jóvenes, así como su reparto en centros de acogida en diferentes comunidades autónomas, los han posicionado en el centro de un debate político que los convierte en el objetivo de mensajes de odio racistas que, además, giran en torno a su identidad musulmana. La Agencia de los Derechos Fundamentales (FRA) calcula que en Europa viven entre 15 y 20 millones de musulmanes; estos representan entre el 4 % y el 5 % de su población total. Aproximadamente un 37 % de la población europea admite tener una opinión desfavorable de las personas musulmanas, según datos del Observatorio de Derechos Humanos de Naciones Unidas en 2018.
En España, la última encuesta sobre intolerancia y discriminación hacia las personas musulmanas realizada por el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE) situaba a este colectivo como uno de los grupos más rechazados y discriminados por la sociedad española. Según la encuesta, esos prejuicios están en aumento, alimentados por los mensajes en los medios de comunicación y los discursos políticos.
Los jóvenes migrantes no acompañados están especialmente desprotegidos frente a estos mensajes. La islamofobia que sufren los jóvenes que son o parecen musulmanes reduce mucho sus posibilidades de desarrollar una vida convencional adaptada a su edad, a sus necesidades y a sus capacidades para el futuro. Además, no cuentan con el sostén familiar y social que cualquier otro joven de su edad tiene y que les permitiría enfrentarse al rechazo que viven con muchas más herramientas.
La juventud migrante en España no es ajena a los discursos que existen sobre ellos y, aunque no se sienten representados, reconocen dos narrativas que habitualmente los definen: son malos y todos son iguales. Así lo refleja un informe de la investigadora Rachel Pak, de la Universidad de Harvard, junto a la fundación porCausa —con sede en Madrid— publicado a finales de 2023. El imaginario narrativo que pretende definirlos se concreta en una sola expresión: MENA. Este acrónimo para menores extranjeros no acompañados determina las experiencias de los jóvenes desde su llegada y es un catalizador para la deshumanización del colectivo. Además, ayuda a perpetuar los estereotipos y narrativas negativas ya existentes sobre ellos.
Dotar a estos jóvenes de las herramientas necesarias para que, si así lo deciden, puedan ocupar un espacio en el debate público, es clave en la construcción de alternativas al odio y la discriminación. Frente a la ineficiencia del sistema de acogida actual y la escasa movilización de organizaciones especializadas a nivel estatal, el proyecto europeo Empoweryouth aúna a siete organizaciones españolas con el objetivo de crear espacios de sensibilización en los que los jóvenes musulmanes sean los protagonistas. En esta línea, se están centrando los esfuerzos europeos de integración en los últimos años, promoviendo iniciativas que intentan frenar la islamofobia desde la creación de conocimiento. Propuestas de este tipo se antojan indispensables en la construcción de sociedades que prioricen la convivencia desde la diversidad cultural y religiosa que las caracteriza.