El arzobispo de Santiago asegura que nuestro patrimonio moral y espiritual «es el mejor antídoto contra el extremismo» - Alfa y Omega

El arzobispo de Santiago asegura que nuestro patrimonio moral y espiritual «es el mejor antídoto contra el extremismo»

Francisco José Prieto ha recordado en su homilía en el día del Apóstol a los fallecidos en el hundimiento del pesquero Argos Georgia

Redacción
Un momento de la Misa en el día del Apóstol Santiago. Foto: Archicompostela.
Un momento de la Misa en el día del Apóstol Santiago. Foto: Archicompostela.

El arzobispo de Santiago de Compostela, Francisco José Prieto, ha presidido la mañana de este jueves, 25 de julio, la celebración de la solemnidad del Apóstol Santiago, durante la cual se ha presentado la Ofrenda Nacional al Apóstol Santiago. En esta ocasión, el delegado regio ha sido el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Ángel Santalices, en representación del pueblo español, quien ha renovado la tradicional ofrenda al Apóstol dando continuidad a esta tradición, instaurada por Felipe IV en 1643.

Acompañado del cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela; Julián Barrio, arzobispo emérito de Santiago de Compostela; el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, o el nuevo obispo de Tui-Vigo, Antonio Valín Valdés, entre otros, en su homilía, el arzobispo ha recordado que en el origen de la civilización europea se encuentra el cristianismo, sin el cual los valores occidentales de la dignidad, libertad, justicia y fraternidad resultan incomprensibles: «En nuestro mundo multicultural tales valores seguirán teniendo pleno valor si saben mantener su nexo vital con la raíz que los engendró. Así, cabe la posibilidad de edificar sociedades auténticamente laicas, sin contraposiciones ideológicas, en las que encuentran igualmente su lugar el cercano y el lejano, el creyente y el no creyente».

El prelado compostelano ha indicado que es necesario encontrar la esperanza, y eso se logrará cada vez que se ponga al ser humano en el centro y en el corazón de las instituciones: «Procuremos la unidad de las diferencias y unidad en las diferencias». Y ha añadido: «Encontraremos de nuevo la esperanza en la solidaridad, que comporta la conciencia de formar parte de un solo cuerpo y, al mismo tiempo, implica la capacidad que cada uno de los miembros tiene para «simpatizar» con el otro y con el todo».

Ha animado también a encontrar de nuevo la esperanza en la solidaridad, no solo como buen propósito, sino también como algo compuesto de hechos y gestos concretos que acercan al prójimo: «Tenemos un patrimonio moral y espiritual que merece ser propuesto una vez más con pasión y renovada vitalidad y que es el mejor antídoto contra la falta de valores de nuestro tiempo, terreno fértil para toda forma de extremismo».

Prieto ha afirmado que también se encontrará la esperanza cuando se invierta en un desarrollo que abarque a todo el ser humano, a «la dignidad de su trabajo, a condiciones de vida adecuadas, a la posibilidad de acceder a la enseñanza y a los necesarios cuidados médicos». El arzobispo ha asegurado que «no existe verdadera paz cuando hay personas marginadas y forzadas a vivir en la miseria. No hay paz allí donde falta el trabajo o la expectativa de un salario digno».

La esperanza llegará cuando se abra al futuro a los jóvenes, cuando se cuide a la familia, que es la primera y fundamental célula de la sociedad: «Cuando se respeta la conciencia y los ideales de los ciudadanos. Cuando se defienden toda vida y todas las vidas, con toda su sacralidad: tanto la del que inicia o acaba su vida como la del quiere renacer a una vida digna y justa». Finalmente, el arzobispo pidió también comprometerse en la actualidad con la mejor política, «esa que está verdadeiramente ao servizo do pobo, do ben común, da fraternidade».

No ha faltado en su homilía un recuerdo a los fallecidos en el hundimiento del pesquero Argos Georgia en aguas das Malvinas: «Encomendamos aos falecidos e desaparecidos, e acompañamos ás súas familias, a todas as xentes do mar, desde o consolo que brota do corazón do Pai misericordioso». Y terminó su homilía pidiendo al Señor que bendiga al rey Felipe VI en el décimo aniversario de su proclamación, y por toda la familia real.