Las parroquias aprenden a escuchar
Los sacerdotes a menudo están desbordados y muchas veces no pueden atender como quisieran a las personas que acuden a ellos para pedir consuelo o consejo. Para complementar su tarea, equipos de voluntarios formados en counselling han puesto en marcha cuatro centros de escucha en parroquias de Madrid
Son las 11 de la mañana de un jueves cualquiera. Es la hora del reparto de alimentos de Cáritas en una parroquia de la periferia de Madrid. Suena el timbre y Asunción, una de las voluntarias, corre a abrir la puerta. Es doña Manolita, que viene a por su caja de legumbres y galletas. A los cinco minutos vuelve a sonar el timbre, pero esta vez, Asunción abre a alguien desconocido. Es una mujer joven, algo agobiada, que pregunta por el párroco. El párroco no está. «Yo vengo dos mañanas a la semana y, al menos cuando yo estoy, pasan por aquí hasta 20 personas. No todas vienen a buscar su bolsa de comida o la atención del despacho de Cáritas. Muchas veces son personas que llaman preguntando por un sacerdote. Y los dos curas que tenemos aquí, el párroco y el coadjutor, casi nunca están por las mañanas. Después de celebrar la Misa de diez se marchan», cuenta la voluntaria. «Yo me muero de pena cuando digo que el sacerdote no está, pero no sé qué más hacer», añade.
Esta no es una situación aislada. El escaso número de sacerdotes y las múltiples labores que realizan tiene como consecuencia que algunas parroquias estén atendidas por fieles voluntarios que no están preparados para responder a muchas de las peticiones que llegan. También ocurre que los propios sacerdotes no tienen la formación suficiente para dar respuesta a ciertos problemas. «Mi hermana no puede tener hijos, y un cura le dijo hace años que no debía adoptar a un niño, porque si Dios permitía su esterilidad era porque no estaba preparada para ser madre», cuenta a este semanario una mujer que prefiere mantener el anonimato. «Ella siguió su consejo a pies juntillas, porque él era su director espiritual. Pero no creo que fuese la persona adecuada para dar una recomendación como esa, así sin más. Hay veces que, ante determinados problemas, lo mejor que se puede hacer es derivar el caso a los expertos».
Apoyo directo en las parroquias
José Cobo, vicario episcopal de la Vicaría II de Madrid, detectó esta necesidad durante su tiempo como sacerdote en la parroquia de San Alfonso María de Ligorio, en el barrio de Aluche. «Los curas no dábamos abasto con las necesidades de la gente que venía a pedirnos ayuda. Necesitábamos más manos y más formación para hacer escucha activa», y también para derivar los casos a atención más especializada cuando era necesario. «Hace tres años, decidimos organizar un equipo de voluntarios y fuimos a formarnos al Centro de Escucha San Camilo, líder en counselling». Así nacieron los dos primeros centros de escucha parroquial en Madrid, el Centro de Escucha de Aluche y el Centro de Escucha Embajadores-Santa María de la Cabeza, vinculados a Cáritas Madrid y a los Religiosos Camilos.
«El objetivo de estos centros es que cualquier persona con un problema tenga a alguien en su barrio, en la parroquia de al lado de su casa, que le ofrezca apoyo durante una situación de sufrimiento o en un momento complicado de la vida», afirma Marisa Magaña, psicóloga y directora del Centro de Escucha San Camilo, alma mater de los centros parroquiales. «En la escucha no se juzga a nadie. Todo el mundo tiene su lugar, seas creyente o no. Muchas personas llegan con problemas de embarazo fuera del matrimonio, con problemas de rupturas amorosas, de dificultades con los hijos por violencia o drogas… Nosotros formamos a los voluntarios para que ayuden a estas personas a recobrar la dignidad perdida, para que les alienten a volver a coger las riendas de su vida», añade la psicóloga.
Trabajo en red con el barrio
Funciona. Borja buscó la ayuda del Centro de Escucha de Embajadores-Santa María de la Cabeza, capitaneado por el sacerdote Santos Uría. «Fui porque no veía sentido a la vida desde que mi madre falleció en el mes de junio. Miguel Ángel, el voluntario que me atendió durante las cinco semanas que duraron las charlas de apoyo, estuvo muy atento a mis problemas. Y me dio una gran recomendación: las herramientas para superar la situación de duelo las tenía yo mismo, solo tenía que aprender a utilizarlas».
Como Borja, por este centro pasan personas que llegan desde las parroquias del arciprestazgo o desde los centros comunitarios del barrio de Lavapiés. «Trabajamos en red con la Mesa de Salud del Distrito [del Ayuntamiento de Madrid], y ellos nos derivan a las personas con perfiles que encajen. Viene mucha gente con problemas de soledad, de pérdida de relaciones con la familia, parados de larga duración, o con una situación de duelo», explica el sacerdote. Desde que se puso en marcha el centro, «de la mayoría de las escuchas –son, como máximo, alrededor de 20 sesiones– la gente sale reconfortada».
Ni sacerdotes ni psicólogos
La labor del voluntario no sustituye la tarea del sacerdote, «sino que la complementa. Igual que en la parroquia tenemos catequistas, animadores de liturgia o voluntarios de Cáritas, estos tres años hemos experimentado lo fundamental que es que haya gente disponible siempre para acoger, recibir y acompañar», afirma Santos Uría. La experiencia de la escucha «es profundamente evangélica, redimensiona la evangelización, que no consiste solo en promover actividades, sino también en que haya tiempo para detenerse con cada persona», añade.
El voluntario de escucha tampoco sustituye a un psicólogo. Lo advierte Roberto Pérez, psicólogo de profesión y uno de los coordinadores del Centro de Escucha de Aluche: «Nosotros no impartimos terapia psicológica, eso sería intrusismo. Lo que hacemos es lo que el propio nombre indica: una escucha activa». Eso sí, «todos los voluntarios están en continua formación, impartida por el Centro de Escucha San Camilo, y una vez al mes tenemos formación propia en nuestro centro. El mes pasado invitamos a dar una charla a un psicólogo experto en trabajo con niños».
Atención especializada
El tercer Centro de Escucha de Madrid vinculado a Cáritas está en el arciprestazgo de San Federico. Es el más joven –se puso en marcha en octubre– y está exclusivamente destinado a los usuarios de Cáritas. «La crisis no solo ha creado problemas económicos, sino también muchas heridas psicológicas serias de las que es muy complicado salir. Por eso, viendo la experiencia de Lavapiés y Aluche, decidimos montar el centro».
Pablo Nicolás es el sacerdote encargado, y reconoce estar «muy sorprendido de los resultados. Viene gente con problemas tremendos de maltrato, de abusos sexuales… Como la atención pública de salud mental está saturada, solo se centra en las personas que están muy deterioradas. Pero hay otro perfil, el que está en proceso de deterioro. Ellos son nuestro objetivo».
El cuarto y último –hasta ahora– Centro de Escucha pertenece a la parroquia Santiago el Mayor, pero no depende de Cáritas, sino únicamente de los Religiosos Camilos. Su peculiaridad es que el sacerdote responsable es el consiliario de las personas invidentes de Madrid, y varios de los voluntarios de la escucha también tienen graves problemas de visión. «Por eso vienen muchos ciegos o personas que están perdiendo la vista a las sesiones de escucha», explica el sacerdote, Simón Felipe.
«Ojalá hubiera un centro así en cada Vicaría», afirma el sacerdote Pablo Nicolás, que pone como ejemplo a Italia, país que lidera este modelo (en Roma, existe al menos un centro por vicaría).
«Es muy fácil poner en marcha los centros de escucha y la inversión que hay que hacer no es muy grande. La infraestructura que se necesita es mínima y el beneficio máximo», concluye Marisa Magaña.
En los últimos años están surgiendo centros de escucha donde se practica el counselling. Counselling es casi sinónimo de relación de ayuda tal como esta expresión se está utilizando en la bibliografía española. Es un modo de relacionarse una persona experta en ayudar con otra en situación de crisis. Esta vive alguna dificultad sobrevenida con ocasión de problemas relacionales, de salud, de trabajo, familiares, emocionales, de empresa, éticos, duelo, etc., y no puede manejar dicha dificultad sin un acompañamiento externo que le ayude a explorar cuanto vive y a buscar dentro de sí los mejores recursos para salir al paso de las dificultades. Por eso necesita ayuda.
Aunque la traducción más literal de la palabra counselling sería consejo, es obvio que no significa dar consejos, sino acompañar a la persona o al grupo que vive la dificultad a ayudarse a sí mismo. Este acompañamiento pretende ayudar al otro a clarificar cuanto está en juego en su situación problemática. Con el counselling se pretende ayudar a mejorar las relaciones (especialmente las problemáticas), cambiar las conductas destructivas para uno mismo y para los demás, adquirir destrezas para vivir más efectivamente y adaptarse a las situaciones siendo protagonista de las mismas.
Para conseguirlo, el ayudante o counsellor acompaña al otro a clarificar cuanto vive, a identificarlos recursos con los que cuenta, a movilizarlos y a comprometerse activamente en el afrontamiento de las dificultades. En todas estas situaciones, el consejero intentará promover el máximo de autonomía de la persona, proporcionándole estrategias para estimular el cambio después de haberle garantizado una aceptación incondicional, haberle comprendido con su actitud empática y haberse mostrado auténtico en la relación.
José Carlos Bermejo
Director del Centro San Camilo de Humanización de la Salud