El día del juicio le será más llevadero a Tiro y Sidón y a Sodoma que a vosotras - Alfa y Omega

El día del juicio le será más llevadero a Tiro y Sidón y a Sodoma que a vosotras

Martes. Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo / Mateo 11, 20‐24

Carlos Pérez Laporta
'Cristo predicando'. Rembrandt. National Gallery of Art, Washington, Estados Unidos
Cristo predicando. Rembrandt. National Gallery of Art, Washington, Estados Unidos.

Evangelio: Mateo 11, 20‐24

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido:

«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.

Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.

Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».

Comentario

En el libro del Génesis se nos cuenta que Dios, tras el pecado original, «habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida» (Gn 3, 24). El acceso a lo alto esta franqueado por ángeles armados que cierran el paso. Las armas simbolizan la muerte de quien intente acceder por su propio pie a lo alto. La vida eterna no se puede alcanzar de forma titánica. Nadie puede acceder al cielo por sus solas fuerzas.

Es así como se comprende la palabra de Jesús: «Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo». Jesús advierte de las criaturas angélicas: para quien intente hacer de su vida un esforzado ascenso no encontrará más que la muerte. El peso de nuestros pecados nos lleva hacia el abismo. En eso consiste el juicio: el juicio es «llevadero» y permite al hombre ascender, cuando dejamos que Cristo descienda a nuestros infiernos a librarnos de nuestros pecados.Por eso, es necesario vivir de lo milagroso, vivir de la fe en Cristo que actúa y lleva al cielo nuestras míseras vidas: «Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido»; «si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy».