Shevchuk condena el ataque ruso al principal hospital pediátrico de Kiev
Asegura que «el corazón de los niños ucranianos sigue latiendo bajo los escombros» y pide al mundo entero «detener y castigar al despiadado asesino»
El Ejército ruso «ha atacado deliberadamente un hospital pediátrico», ha condenado Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de Kiev y primado de la Iglesia grecocatólica ucraniana, a través de un comunicado hecho público el pasado lunes poco después del bombardeo sobre Kiev. En su nota, aparte de calificar como «una gran tragedia» este último episodio de la invasión de Putin, detalla cómo «la metralla del misil ha destruido el pabellón de maternidad» de este centro hospitalario.
Shevchuk define como «brutales» las imágenes del ataque que ya han circulado por los medios de comunicación. «Todavía se están retirando los escombros, pero ya sabemos que hay decenas de muertos y más de un centenar de heridos», añade el arzobispo de Kiev-Galitzia. De momento, las víctimas mortales ascienden a 37 y los heridos a 153. El arzobispo recalca que «es desgarrador ver que esos niños, que vinieron a salvar sus vidas en el centro de diálisis, fueron asesinados sin piedad por criminales rusos».
El líder grecocatólico señala que, antes del ataque ruso, «la vida de muchos niños ya corría peligro porque estaban conectados a respiradores pulmonares artificiales». Otros tantos «estaban siendo operados en el momento» en que el misil hizo impacto, por lo que, aunque estuviesen lejos de la zona afectada «el corte de electricidad los puso al borde de la muerte». «En nombre de Dios, con toda determinación, condenamos este crimen contra la humanidad», sentencia.
Shevchuk señala que este último bombardeo ruso «no es solo un crimen contra las leyes y principios humanos». Ni un mero atentado «contra las normas internacionales que hablan de reglas para hacer la guerra». Condena con fuerza que, «según la moral cristiana, este es un pecado grave que clama al cielo».
El Consejo Panucraniano de las Iglesias y las organizaciones religiosas, que engloba a varias ramas de cristianos, judíos y musulmanes del país, «condena enérgicamente el ataque terrorista» de la Federación Rusa. Califica de «racistas» los «ataques selectivos» contra el hospital infantil Okhmatdyt y se dirige a «todos los Estados del mundo» para pedirles «condenar la acción de la Federación Rusia contra Ucrania». También les solicita reconocer al país gobernado por Putin «como un Estado terrorista» e interrumpir las relaciones económicas con la federación «para no ser cómplices de los crímenes de guerra ni el genocidio del pueblo ucraniano».
«Me dirijo a las conciencias de todas las personas del mundo entero», dice el arzobispo, antes de «pediros condenar este crimen y hacer todo lo que podáis por detener la mano y castigar a este despiadado asesino». «Lloramos junto a todas las víctimas», añade.
El primado solicita asimismo oraciones por todos los fallecidos y sus familiares, «especialmente por los niños inocentemente asesinados». Y expresa su deseo de «envolver con nuestro amor cristiano a todos los heridos y a los que más sufren en estos momentos».
«Cada vez más, nuestros equipos son testigos de ataques a infraestructuras civiles y médicas por parte de las fuerzas rusas en toda Ucrania», ha declarado Christopher Stokes, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras en el país. Según este responsable, al comienzo de la invasión rusa la ONG «asistió al personal médico en los quirófanos e hizo formaciones a los fisioterapeutas». «Es inaceptable que los pacientes no puedan sentirse seguros y recibir tratamiento dentro de las paredes de un hospital», condena Stokes.
Shevchuk agradece también «a nuestros sanitarios» sus esfuerzos porque, «a veces incluso con el rostro ensangrentado, salvan vidas humanas». Y recuerda que «en estos instantes, trabajadores y voluntarios retiran los cascotes para salvar a los niños cuyos corazones siguen latiendo bajo los escombros». Finalmente, pide a Dios que «con tu poder nos inspires la esperanza de proteger la vida de nuestros niños y mujeres» y que «bendigas con tu justa paz nuestra sufriente tierra ucraniana».
«¿Cómo es posible que algunos sigan justificando la guerra?»
Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Ucrania, ha declarado a medios vaticanos nada más visitar los escombros del hospital bombardeado que «cuando se golpea a los más pequeños entre los pequeños y a los más débiles entre los débiles, uno se pregunta cómo es posible que algunos sigan justificando la guerra». «No sé cómo se las arreglan con sus conciencias para seguir haciéndolo», ha condenado.
El arzobispo lituano ha explicado además que el Okhmatdyt «era un hospital muy conocido por el personal de la nunciatura porque nuestros colaboradores locales y las monjas iban a donar sangre a los niños». Está tan solo a 700 metros de la nunciatura —de hecho la onda expansiva del misil que impactó en el hospital abrió las puertas de su sede— en un barrio sin importantes objetivos militares y donde solo «hay casas, comercios y este hospital infantil».