«Ser Iglesia acogedora, samaritana y fraterna», el «sueño» de José Antonio Álvarez y Vicente Martín - Alfa y Omega

«Ser Iglesia acogedora, samaritana y fraterna», el «sueño» de José Antonio Álvarez y Vicente Martín

Los dos obispos auxiliares han declarado tras su ordenación en la catedral de la Almudena que «junto a todos vosotros, somos discípulos misioneros»

Rodrigo Moreno Quicios
Vicente Martín y José Antonio Álvarez en la catedral de la Almudena. Foto: Archimadrid

«Gracias a nuestros hermanos sacerdotes, con quienes hemos compartido estos años de ministerio al servicio de nuestras iglesias», ha dicho José Antonio Álvarez, uno de los nuevos obispos auxiliares de Madrid, este 6 de julio en una alocución conjunta con el otro auxiliar, Vicente Martín, tras la ordenación episcopal de ambos. En su mensaje al concluir la celebración eucarística, Álvarez ha saludado a «las parroquias, instituciones y movimientos en los que hemos servido intentando dar lo mejor de nosotros, como el Seminario, Cáritas, la Conferencia Episcopal, Manos Unidas, Encuentro Matrimonial y Cursillos de Cristiandad».

Según ha confesado José Antonio Álvarez en la catedral de la Almudena, «recibir este ministerio es una llamada del Señor a reconocer que Dios es amor». Ha también recordado su reciente vista a Roma con Vicente Martín, donde el Papa les dijo: «No perdáis la alegría». «Y con alegría venimos a sumar, nos incorporamos con ilusión y sueños en el proyecto evangelizador diocesano», ha añadido Martín.

El prelado de origen extremeño ha revelado que «soñamos caminar con toda la Iglesia que peregrina en Madrid desde la escucha, el diálogo y el discernimiento para descubrir juntos qué nos dice hoy el Espíritu y seguir llevando la luz del amor de Dios a todos los rincones y periferias». Y ha asumido el reto de «ser Iglesia misionera y sinodal, Iglesia en camino, redescubriendo la vocación común bautismal y profundizando en nuestro ser comunidad cristiana en medio de una sociedad cada día más individualista y desvinculada».

Asimismo, ha asegurado soñar «con el Reino de la paz, la justicia y la fraternidad en un mundo lleno de sombras, donde la dignidad humana está en crisis a causa de las guerras y las crecientes polarizaciones». También con motivo «del drama de las migraciones forzadas, de la precariedad laboral, de la violencia por los abusos y el deterioro de la casa común».

«Los pobres y los excluidos, preferidos del Señor, se convierten en uno de nuestros criterios más serios y en la hoja de ruta para construir fraternidad abierta y universal», ha manifestado Martín. Y ha recalcado que «la caridad cristiana no entiende de fronteras, solo de compasión y dignidad, tiende puentes y acorta distancias». Asimismo, ha sentenciado que «queremos escuchar el grito de los más pobres porque en ellos escuchamos los gritos del Dios que sigue viendo, escuchando y sintiendo el clamor de su pueblo». Todo con la aspiración de «ser Iglesia acogedora, samaritana y fraterna».

Por su parte, Álvarez ha tenido también unas palabras de agradecimiento para «tantos hombres y mujeres que nos enseñaron la verdadera sabiduría de la vida». Y para las archidiócesis de Mérida-Badajoz y Madrid, donde «fuimos creciendo y aprendiendo a reconocer a un Dios vivo y verdadero, que se interesa por los hombres y cuenta con ellos para seguir haciendo presente su Reino en el mundo».

También para «el Santo Padre, el Papa Francisco, por su confianza en nosotros». Al cardenal José Cobo «nuestro arzobispo, por llamarnos a colaborar con él». Y a Jesús Vidal y Juan Antonio Martínez Camino, también obispos auxiliares y «nuestros hermanos mayores», de quienes «necesitamos aprender para servir y amar a este pueblo que peregrina en Madrid».

Casi al final de su alocución, Vicente Martín ha señalado asimismo que «José Antonio y yo tenemos claro que, junto a todos vosotros, somos discípulos misioneros, somos misión y nuestra vocación es iluminar, bendecir y vivificar para ser signos del amor de Dios». Y los dos prelados la han concluido pidiendo «que los brazos de la Virgen de la Almudena sostengan la ofrenda de nuestra vida, ilusionada y dispuesta ante los desafíos, confiando, como nos dijo el Santo Padre, en que Dios es más grande que las dificultades que nos esperan».