Reyes Molina: «Cuido el alma que dieron a la piedra los canteros medievales» - Alfa y Omega

Reyes Molina: «Cuido el alma que dieron a la piedra los canteros medievales»

La única mujer que trabaja la piedra en obra en España restaura la catedral de Murcia. «Siempre supe que trabajaría con las manos», dice

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La cantera subida al andamio en la catedral murciana
La cantera subida al andamio en la catedral murciana. Foto: Grupo Hozono Global.

«¿Qué hace una chica como tú en un andamio como este?», le habrá dicho alguien…
Es verdad que hay personas que se sorprenden, pero es algo que he vivido desde niña. Siempre me ha gustado arreglar cosas en casa, se me daba bien y lo he vivido como algo natural. Empezó siendo un juego y ahora es mi trabajo. Cuando me preparaba para la Confirmación, las catequistas nos preguntaron cómo nos veíamos en el futuro y yo ya sabía que iba a trabajar con las manos, aunque entonces no sabía concretamente en qué. 

 ¿Cuál es exactamente su trabajo, lo que hace en su día a día?
Soy un punto intermedio entre la albañilería y la restauración. Mi labor es eliminar piezas de mortero o de piedra disgregadas o que corren peligro de caída, para repararlas o para sustituirlas por otras en buen estado. Y siempre en piedra, aunque he trabajado en algunos otros materiales.

¿No hay máquinas que puedan hacer lo que usted hace?
Las hay que elaboran molduras y copian elementos, incluso en 3D, pero los artesanos siempre vamos a tener nuestro hueco, ya que las obras que restauramos nunca tienen dos piezas iguales. Una máquina no puede programar toda una restauración con una aproximación exacta al terreno. Y, además, se trata de un trabajo que necesita de una persona que lo realice in situ.

¿Cómo es la labor que precisa la catedral de Murcia?
Hace unos años cayó una piedra de una cornisa. Se hizo un estudio para ver su estado general y se concluyó que había que intervenir porque había más elementos en riesgo de caída. Hacemos un trabajo en equipo en el que yo participo colocando la piedra nueva donde me indican que hay que ponerla.

¿En qué se parece lo que hace a lo que hacían los canteros en la Edad Media?
Es algo similar, solo que yo me valgo de unos medios más avanzados que ya hubiesen querido ellos [risas]. Básicamente hago lo mismo, pero con un matiz: construir no es igual que restaurar, porque lo primero es empezar de cero partiendo de la imaginación, mientras que yo cuido el alma que dieron a la piedra los canteros en su día.

¿De dónde le viene esta vocación?
Yo procedo de una familia que ha trabajado siempre la albañilería, el mármol y la madera. Mi abuelo picaba piedra para hacer carreteras en Aragón y siempre decía: «Si tienes manos, puedes trabajar». Yo me he criado en esta forma de pensar; las cuatro hermanas hemos crecido así. Cuando entré en la obra años más tarde, la gente me conocía porque sabían de nuestra afición a la piedra, nos habían visto en ferias de artesanía. Nunca me he sentido extraña en este ámbito.

Trabaja a veces a una altura de 17 pisos. ¿No le da vértigo?
Eso me motiva. El trabajo en altura siempre me ha gustado, porque antes incluso de dedicarme a este mundo ya hacía algo de escalada y montaña. No me echa para atrás.

A cambio, desde su despacho tiene unas vistas impresionantes…
El otro día vino una nube que dejó un cielo espectacular. La verdad es que es un privilegio.

¿Ha pasado algún mal momento subida ahí arriba?
La gente desconoce que el andamio sobre el que operamos debe tener muchísima superficie, y por eso no suelo tener conciencia de tener poco espacio o de estar a una gran altura.

¿Y qué pasa si hace mucho calor, como ocurre en Murcia en verano?
Tenemos agua disponible en todas las plantas. Controlamos la temperatura y, si sube mucho, bajamos del andamio y hacemos un descanso. Con este tema se tiene hoy muchísimo cuidado.

Usted nació en Lorca, donde hubo un terrible terremoto en el año 2011. ¿Cómo afectó a su vida?
Hasta entonces yo trabajaba la restauración de la piedra en un taller que llevábamos mi hermana y yo. Era un momento de poca salida profesional y no sabía muy bien qué hacer. Después del terremoto, una empresa se puso en contacto conmigo porque conocían mi experiencia y, a partir de entonces, no he parado de trabajar haciendo restauración en obra, primero en Lorca y luego en otras ciudades.

En un juego de palabras, ¿hay cantera que asegure la continuidad de esta labor? ¿Hay mujeres interesadas?
Es una de las cosas que más me preocupa, porque no veo relevo. La única mujer cantera que trabaja en taller y que conozco es mi hermana, aunque he oído de alguna otra por España; y que trabaje la piedra en obra no conozco a ninguna. Hombres canteros que trabajen en obra tampoco conozco. El problema se resolvería si hubiese una mayor financiación para trabajar en este campo, sobre todo teniendo en cuenta que España es un país con una riqueza patrimonial inmensa que es preciso mantener.