El tonto mira el dedo - Alfa y Omega

Hay múltiples versiones de este proverbio popular, pero viene a decir que «cuando el sabio señala al cielo, el tonto mira el dedo». Y así me he sentido después de leer el libro de aforismos de nuestro colaborador, Julio Llorente, que se estrena en el mundo editorial como autor —como editor ya nos ha regalado grandes joyas— con sus Titubeos. Tanto el prologuista como el contraportadista, Garrocho y García-Máiquez, hombres curtidos en pensamiento y letras, alaban la juventud y clarividencia de Julio, presente y futuro prometedor del pensamiento y las letras. Y yo, además, le envidio. Porque de sus reflexiones se deduce una forma de estar en el mundo que yo estoy olvidando. La de señalar al cielo en lugar de mirar el dedo. Nuestro amigo observa. Para. Reflexiona. Piensa. Crea. Se detiene. Se relame, incluso, en lo que sucede alrededor. Sus palabras pueden hasta saborearse. Y automáticamente yo me recuerdo absorta en el teléfono móvil contestando guasaps en el metro. Leyendo correos electrónicos en la parada de autobús. Explicando el libro de estilo mientras camino por la calle. Y mientras, me pierdo a ese niño que se ata los zapatos, risueño, recordándome que la vida es otra cosa.

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