El mismo rastro que dejan el miedo o el amor - Alfa y Omega

El mismo rastro que dejan el miedo o el amor

Si el periodista deja en su noticia ese rastro, la profesión sobrevivirá. Mientras, seguirá descendiendo el interés de la población

Alfa y Omega

Dice el profesor Alfonso Vara en la tribuna de esta semana que la solución a la falta de interés manifiesta de la población española por las noticias pasa por el ejercicio de un periodismo «transparente y honesto, orientado al bien común, que sepa escuchar las necesidades de sus audiencias». El motivo de esta propuesta es el resultado del informe de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, que desprende que el porcentaje de españoles interesados en la prensa ha caído del 85 % al 52 % en la última década. Aquí hay muchos análisis a tener en cuenta. Hay una desconfianza hacia los medios que, cada vez de forma menos sutil, ponen la palabra —en forma de arma, como dice Julio Llorente en la entrevista de la contraportada, y no como salvación— al servicio de intereses personales y económicos. El ciudadano todavía busca la verdad y los medios desprenden sesgo.

Otra de las variables de esta situación es que hay una fatiga informativa. El dispositivo móvil favorece el acceso 24 horas a noticias, muchas sin sentido; las redes sociales bombardean constantemente con información. Esto provoca que, según el estudio, el 37 % de los españoles evite activamente leer noticias. «Yo prefiero vivir en la ignorancia», se escucha no pocas veces. Por no hablar del famoso titular gancho para generar el clic, que toma por tonto al lector.

Evidentemente para revertir esta situación hay innumerables opciones de marketing, que pasan por adaptar formatos a los nuevos deseos u ofrecer contenidos que sabemos que van a gustar a nuestro público. Pero la verdadera revolución del periodismo se encuentra en lo que recalca Leila Guerriero: el día que el periodista —y el medio que da soporte— se olvide de sí mismo, hasta de su sed, para ponerse al servicio de la historia será capaz de crear una noticia que deje en quien la lea «el rastro que dejan el miedo o el amor, una enfermedad o una catástrofe». Solo así, el periodismo sobrevivirá.

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