El Vaticano estudia reformular la infalibilidad del Papa en favor de un cristianismo reconciliado
Un estudio del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos recoge sugerencias para adaptar el ejercicio del primado a los frutos de décadas de diálogo ecuménico
El Dicasterio para la Unidad de los Cristianos ha presentado este jueves un documento de estudio —aprobado explícitamente por el Papa en marzo— que pone sobre la mesa una reformulación de la infalibilidad papal. En el horizonte de los ortodoxos, protestantes y anglicanos está el deseo de que la Iglesia católica busque nuevas expresiones para aclarar la capacidad del Pontífice de definir dogmas libres de error ex cátedra, un dogma que quedó recogida en la constitución Pastor aeternus, promulgada en 1870.
Además, el texto recopila otras sugerencias surgidas de las conversaciones con otras confesiones cristianas y de las respuestas a la encíclica de san Juan Pablo II Ut unum sint (1995). Plantean, entre otras cosas, la necesidad de una «limitación voluntaria en el ejercicio del poder» del Obispo de Roma. Se trata de un paso decisivo que puede acelerar una histórica decisión para reconocer en el sucesor de Pedro una cierta autoridad común.
La idea es que la aclaración del primado papal, es decir, la jurisdicción ordinaria suprema, plena, inmediata y universal del Pontífice en la Iglesia universal pueda integrarse en «una eclesiología de comunión y se adapten al contexto cultural y ecuménico actual», según se lee en el documento El Obispo de Roma, que recoge por primera vez una síntesis objetiva del diálogo ecuménico sobre el tema.
Distintas responsabilidades del Papa
La doctrina de la primacía papal tal como fue formulada por el Concilio Vaticano I se ha convertido en un importante escollo en las relaciones ecuménicas con los ortodoxos, que consideran la definición como una herejía, y con los protestantes. Sin embargo, el Vaticano deja claro que este texto que el tema no está cerrado. El documento señala que el poder del Obispo de Roma «no debería exceder lo necesario para el ejercicio de su ministerio de unidad a nivel universal» y se sugiere «una limitación voluntaria en el ejercicio de su poder».
Para ello propone una distinción más clara entre las diferentes responsabilidades del Obispo de Roma, especialmente «entre su ministerio patriarcal en la Iglesia de Occidente y su ministerio primacial de unidad en la comunión de las Iglesias, tanto de Occidente como de Oriente». Esto entronca con la decisión de Francisco de recuperar el título de Patriarca de Occidente en abril de este año. Benedicto XVI suprimió este título en 2006, lo que provocó cierto malestar en sectores de la Iglesia ortodoxa porque se interpretó como un objetivo expansionista del Sucesor de Pedro hacia ellos; hasta el punto que la Santa Sede tuvo que justificarse afirmando, de manera un tanto incómoda, que la mención de Patriarca de Occidente «era poco clara desde un inicio».
Del mismo modo, el documento de más de 150 páginas presentado este jueves propone poner un mayor énfasis en el ministerio del Papa en su Iglesia particular, la diócesis de Roma. Esto pondría de relieve «el ministerio episcopal que comparte con sus hermanos obispos y renovaría la imagen del papado».
Derecho divino y humano
Otra de las cuestiones más controvertidas es la comprensión católica del primado del Obispo de Roma como establecido por derecho divino (de iure divino), mientras que la mayoría de los demás cristianos lo entienden como instituido meramente por derecho del hombre (de iure humano). Así reclaman a la Iglesia católica «una mayor atención y valoración del contexto histórico que condicionó el ejercicio del primado en diferentes regiones y épocas».
El estudio subraya que «las clarificaciones hermenéuticas han ayudado a situar en una nueva perspectiva esta tradicional dicotomía». Así, se puede considerar el primado «tanto como de iure divino como de iure humano, esto es, que es parte de la voluntad de Dios para la Iglesia y mediado a través de la historia humana».
Sinodalidad
Con todo, el documento valora que, a diferencia de las polémicas del pasado, la cuestión del primado ya no se ve simplemente como «un problema» para las diferentes confesiones cristianas. Es también «una oportunidad para la reflexión común sobre la naturaleza de la Iglesia y su misión en el mundo».
El texto —para cuya redacción se tuvieron en cuenta más de 50 opiniones y contribuciones escritas— sugiere la necesidad de abordar conjuntamente el primado y la sinodalidad. «No son dos dimensiones eclesiales opuestas, sino dos realidades que se apoyan mutuamente». También plantea la posibilidad de realizar «una clarificación del vocabulario»; por ejemplo «jurisdicción ordinaria suprema, plena, inmediata y universal», «infalibilidad», «gobierno» o «autoridad y poder supremo».
La estructura del texto, a modo de síntesis de décadas de diálogo y recopilación de sugerencias, no explicita el alcance de las mismas o cómo se llevarán al diálogo a partir de ahora. Sí está claro que el objetivo es la «búsqueda de una comunión perfecta y total que no es ni absorción ni fusión, sino un encuentro en la verdad y el amor». Lo resumen con la expresión «cristianismo reconciliado».
«Tal comunión presupone que la relación del Obispo de Roma con las Iglesias orientales y sus obispos tendría que ser sustancialmente diferente de la relación ahora vigente en la Iglesia latina». En ese horizonte, «las Iglesias seguirán teniendo el derecho y el poder de gobernarse a sí mismas según sus propias tradiciones y disciplinas», aclara el texto.