Pepa Romero: «Tendemos a olvidar a quien no vemos»
Es una de las muchas periodistas que salieron de la cantera de Popular TV, ahora TRECE. De hecho, conserva la amistad con bastantes excompañeros a quienes considera casi «de la familia». Se ha ido colando en los hogares españoles a través de la pequeña pantalla, recorriendo ciudades y pueblos de España y poniéndose al servicio del vecino que lo necesita. Tenemos imágenes de una sociedad crispada y el eco mediático a menudo se aleja de la verdad y busca la audiencia fácil. Pero quizá existe ese tipo de periodismo que cuida de los demás. No es fácil mirar el mundo con ternura o estar atentos a las necesidades ajenas. Esta ferrolana intenta hacerlo como reportera del programa Y ahora Sonsoles de Antena3.
¿Todo periodismo debería ser periodismo de servicio?
No concibo el periodismo si no es como instrumento de servicio a los demás. La parte de mi profesión que más me llena es esa en la que podemos solucionar los problemas de manera real, dando voz a quien no la tiene, escuchando las historias de quienes parecen olvidados por instituciones y sociedad. Hay mucha más gente de la que creemos sufriendo y como reportera lo vivo cada día. Tendemos a vivir en una burbuja dejando de lado los problemas del vecino y es precisamente al vecino al que debemos empezar por ayudar, entendiendo también el periodismo como servicio público responsable para informar con honestidad de la actualidad, algo que desgraciadamente no abunda.
Recorrer los pueblos es también un tipo de periodismo especializado en lo social: que informa, analiza y critica los diversos problemas sociales, las diversas situaciones de marginación y de desigualdad…
Es una manera de conocer el país en el que vivimos desde las entrañas. ¿Acaso es más importante lo que le pasa a un político que lo que vive un paisano de un pueblo? No. Sin embargo, tendemos a olvidar lo que no nos atañe y a quien no vemos. Por eso poner un micrófono a disposición de los segmentos de la población más deprimidos te da una perspectiva muy diferente de tu propia vida. Gente que vive condiciones terribles, problemas de difícil solución con familiares o vecinos, situaciones límite de desahucio o de por ejemplo, lo que más me duele, la soledad de los mayores… La misión es darles voz e intentar llevarles un poco de luz contando su historia.
¿Cómo se puede hacer información dedicada a mejorar el bienestar de quien os ve a través de la televisión en esos breves minutos de conexión?
Creo honestamente que los programas de actualidad y entretenimiento, aparte de informar con rigor (como tratamos de hacer cada día en Y ahora Sonsoles) tienen la misión de convertirse en algo que se cuele en los salones de la gente. En una conexión en directo, como las nuestras, tratas de hablar al espectador como hablarías a tu padre. Se lo cuentas de manera que llegue, tratando de hacerle partícipe de la información. Además, habrá mucha gente que se sienta identificada con determinados problemas que solemos contar y eso hace que se sientan menos solos.
¿Tiene que ver su fe en esta forma de ejercer su profesión?
Mi fe tiene que ver con todo lo que me pasa en la vida y la manera de vivirlo. Si yo ahora estoy aquí, haciendo lo que me apasiona, es por la Virgen de la Milagrosa que descubrí en Lisboa, en una gruta. Le cogí la mano y desde entonces no me dejó nunca sola. Al final vivir en la fe te hace abordar todos los temas del día a día de una manera más humana. No son solo historias, sino que son almas que se conectan. Sufro mucho con los problemas que veo cada día en mi trabajo y trato de abordarlos con la mayor delicadeza del mundo para que esas personas vean en mí a una persona que verdaderamente las escucha.
¿Recuerda algún caso que le haya afectado personalmente?
De todas las historias siempre te llevas un trocito que se te agarra por dentro. Pero especialmente me entristecía ver la falta de futuro de los bebés que nacían en poblados chabolistas de toda España. Tendemos a poner los ojos en los campamentos de refugiados del extranjero, cuando el problema también lo tenemos aquí. Por supuesto, a otro nivel: a nivel de oportunidades, no a nivel bélico. Llegué a ver cómo crecían esos bebés de año en año y la situación nunca mejoraba… Esas historias me acompañarán siempre.