Francisco pide que los estados de Israel y Palestina puedan convivir en paz - Alfa y Omega

Francisco pide que los estados de Israel y Palestina puedan convivir en paz

El Papa ha rezado en silencio al pie del olivo plantado hace diez años en los Jardines Vaticanos por los presidentes israelí y palestino

Victoria Isabel Cardiel C.
Los embajadores de Israel y Palestina con el Papa en los Jardines Vaticanos
Los embajadores de Israel y Palestina con el Papa en los Jardines Vaticanos. Foto: CNS / Lola Gómez.

Francisco logró hace una década que los presidentes de Israel y Palestina, Simón Peres y Mahmud Abás, rezaran juntos por la paz en los Jardines Vaticanos. Pocas semanas antes había viajado a Tierra Santa y les había expresado a ambos su deseo de que cumplieran ante el mundo un gesto significativo e histórico de diálogo y de paz. Sin embargo, el atisbo de esperanza encendido entonces para poner fin al conflicto ha sido nuevamente entenebrecido por el odio y la venganza. El olivo que plantaron sigue vivo esperando dar sus frutos de paz algún día.

Junto a los embajadores ante la Santa Sede de Israel (Raphael Schutz), Palestina (Issa Kassissieh), así como de Ucrania y Rusia y 23 cardenales de la Curia romana, el Pontífice, en silencio, ha vuelto a invocar la paz delante de ese árbol frondoso. «Llevo en mi corazón mucha gratitud al Señor por aquel día, mientras guardo el recuerdo de aquel emotivo abrazo que intercambiaron los dos presidentes, también en presencia de Su Santidad Bartolomé I, patriarca ecuménico, y de los representantes de las comunidades cristiana, judía y musulmana de Jerusalén», ha recordado el Pontífice en los Jardines Vaticanos.

Sin embargo, ha constatado que desde hace meses «asistimos a una creciente estela de hostilidad y vemos morir ante nuestros ojos a tantos inocentes». El Papa ha hecho suyo todo el sufrimiento, la brutalidad de la guerra, la violencia desatada y el odio sembrado en los niños.

«Toda guerra deja al mundo peor de lo que lo encontró», ha exclamado apesadumbrado. Como ya ha dicho en otras ocasiones, ha dejado claro que la guerra es un «fracaso de la política y de la humanidad» y «una derrota frente a las fuerzas del mal». Por ello, ha pedido a los presentes que no se engañen pensando que la guerra «puede resolver los problemas y conducir a la paz». «Debemos ser críticos y estar vigilantes ante una ideología desgraciadamente dominante hoy en día, según la cual «el conflicto, la violencia y las fracturas forman parte del funcionamiento normal de una sociedad»», ha considerado.

No ha sido en todo caso un encuentro de carácter político. Pero el Pontífice ha puesto sobre la mesa la solución de los dos estados como única vía para lograr una paz duradera: que Palestina e Israel «puedan vivir uno al lado del otro», ha pedido. «Hay que derribar los muros de la enemistad y del odio y hacer que Jerusalén se convierta en la ciudad del encuentro fraterno entre cristianos, judíos y musulmanes, protegida por un estatuto especial garantizado a nivel internacional», ha declarado.

Francisco ha revelado que reza cada día por el fin de la guerra y que en su corazón están cristianos, judíos y musulmanes. Así ha reiterado su petición a Hamás para que libere a los rehenes capturados el pasado 7 de octubre, no sin antes reclamar que la población palestina sea protegida y reciba toda la ayuda humanitaria necesaria, sobre todo, la que vive en la Franja de Gaza.

«Hemos intentado tantas veces y durante tantos años resolver nuestros conflictos con nuestras propias fuerzas y también con nuestras propias armas; tantos momentos de hostilidad y oscuridad; tanta sangre derramada; tantas vidas rotas; tantas esperanzas enterradas… Pero nuestros esfuerzos han sido en vano. Ahora, Señor, ¡ayúdanos! Danos la paz, enséñanos la paz, condúcenos a la paz. Abre nuestros ojos y nuestros corazones y danos el valor de decir: “¡Nunca más la guerra!”; “¡con la guerra todo se destruye!”. Infunde en nosotros el valor de realizar gestos concretos para construir la paz», ha remachado el Papa.

De esta manera, ha arremetido también contra las «luchas de poder entre distintos grupos sociales, los intereses económicos partidistas, y los equilibrios políticos internacionales» que buscan una paz solo aparente, huyendo de los problemas reales. «En un tiempo marcado por trágicos conflictos, es necesario, en cambio, un renovado compromiso para construir un mundo en paz», ha señalado finalmente.