Esta obra de teatro musical pretende ser un homenaje a uno de nuestros grandes compositores musicales que triunfó en el género chico, Jacinto Guerrero. Además de zarzuela, compuso sainetes, revistas y orquestas para Muñoz Seca o Luca de Tena, entre otros, lo que le llevó a cosechar grandes éxitos.
Pero no es un homenaje común. No se trata de su biografía escenificada, ni de un repaso por sus canciones más populares. Se trata de metateatro, el teatro dentro del teatro, sobre cómo unos artistas preparan este homenaje.
Una directora de escena, su ayudante, un actor, un pianista y una soprano se reúnen en una sala de ensayo para intentar recrear los aspectos más importantes de la vida y la obra del compositor. ¿Qué es lo más relevante de su vida? ¿Qué le influyó en su obra? Pero sobre todo, ¿cómo quieren mostrarlo? Son algunos de los interrogantes que se plantean. Haciendo teatro y haciendo zarzuela, pero sin hacerla.
Comienzan con la narración cronológica de los orígenes de Guerrero, su nacimiento e infancia. Más adelante, incluyen aspectos de su vida profesional, aportan muchos datos y pocas emociones. Entre medias, salpican con el ensayo con alguna de sus canciones, que interpreta fantásticamente la soprano con la ayuda del pianista. Somos testigos del proceso creativo, un proceso complicado y tenso, debido sobre todo a la directora antipática y déspota. Su talante difícil se transmite en toda la obra.
Pedro Martínez escribe y dirige esta pieza con la ayuda de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero. Lorena Toré hace el papel de directora, una mujer insegura e implacable. El texto es bastante irregular y confuso. No sabemos bien quién es el protagonista, qué pretenden hacer ni cómo. Ofrece muchos datos no relevantes sobre su infancia, y sin embargo, su vida de éxito y logros profesionales se resuelven en los 5 minutos finales.
Elías Romero es el director artístico que ha elegido las piezas musicales, todos ellas compuestas por Guerrero, de La rosa de azafrán, El huésped del sevillano o La montería. Sin embargo, nos quedamos sin disfrutar de obras más conocidas. La puesta en escena es sencilla, una sobria sala de ensayo. Incluyen elementos audiovisuales estilo pop y un número de baile al estilo de la mismísima Madonna –resulta que habían nacido el mismo día y quieren sacar partido a esa coincidencia–.
El metateatro no es un recurso nuevo. Ya lo utilizó Unamuno en Niebla, o Woody Allen en La rosa púrpura de El Cairo. Propone una perspectiva más abierta, un diálogo directo con el espectador, que rompe la narración de la obra. De este modo, los papeles que representan se mezclan con la personalidad de cada actor. Sus miedos, sus opiniones, afectan directamente en el espectáculo que quieren crear, lo impregnan de su personalidad. También la vida privada de cada actor afecta en este proceso creativo.
En parte, se puede considerar teatro didáctico. Enseña algo de la vida del músico y bastante del proceso creativo de toda obra teatral. Más que para el público deseoso de escuchar zarzuela, esta obra está destinada a los creativos y productores del teatro. Un teatro alternativo, una pieza original.
★★☆☆☆
Teatro Fernán Gómez
Plaza de Colón, 4
Colón
OBRA FINALIZADA