De vuelta de Cuba, ¿cómo valora el desarrollo final del encuentro entre Francisco y Cirilo?
Lo más importante es el encuentro mismo. Por primera vez en la historia el Santo Padre se encontraba con el cabeza de la Iglesia ortodoxa rusa. El coloquio entre los dos pastores ha sido un momento particularmente importante. Además estaba la declaración conjunta, que ha sido preparada de parte del Patriarcado ruso por el responsable del Departamento de Relaciones Exteriores Eclesiásticas, el metropolita Hilarión; y de parte de la Iglesia católica, por el cardenal Koch. No dice cosas verdaderamente nuevas, pero es la primera vez que las decimos juntos.
¿Cómo se preparó el documento?
Los puntos más importantes son que el Papa y el patriarca de Moscú se encuentran como hermanos en la fe; que los ortodoxos y los católicos quieren dar testimonio juntos en diversos campos y que el propósito del camino ecuménico es poder recibir juntos la comunión eucarística. Los siguientes puntos explican este testimonio común. Es una declaración pastoral de dos pastores que quieren restablecer la unidad entre las Iglesias de las que son cabeza. No es un pronunciamiento de una sola Iglesia, sino un texto común en el que hay que hacer afirmaciones aceptables para las dos partes. Obviamente no es fácil. Se ha elaborado durante prácticamente dos años en diversos encuentros. El metropolita Hilarión ha venido a Roma cuatro veces en el último año, y el cardenal Koch también ha ido varias veces a Moscú. Los frutos los veremos en los próximos meses o años. Estamos al inicio de un camino, no al final. Se han propuesto algunas perspectivas, y debemos trabajar y rezar para que se realicen.
¿En qué línea irán las «iniciativas viables» de las que habló el Papa?
Es demasiado pronto para saberlo. Probablemente serán propuestas sobre el campo del ecumenismo espiritual, que es el corazón del movimiento para la unidad. Por ejemplo, la purificación de la memoria, porque es muy importante curar las heridas que hay en la memoria de los cristianos; o el ecumenismo de la sangre. Otro campo importante puede ser el ecumenismo cultural. El año pasado creamos un grupo de colaboración entre católicos y ortodoxos en este ámbito.
El documento dedica mucha atención a la guerra en Siria e Irak, y a la persecución contra los cristianos. ¿Qué mensaje quieren transmitir?
El movimiento ecuménico nació durante la I Guerra Mundial, cuando era importante que los cristianos no adoptasen el lenguaje de las naciones, sino uno que superara la rivalidad entre ellas. Esta perspectiva es importante: la unidad entre los cristianos ayuda a la paz. El propósito de la declaración es ayudar al acercamiento entre cristianos para la paz en el mundo, particularmente en Medio Oriente, porque allí los cristianos están en una situación insoportable.
¿Desde qué perspectiva ha afrontado el cardenal Koch la elaboración del documento? ¿Su enfoque era el mismo que el de la Iglesia ortodoxa?
La principal perspectiva para la Iglesia católica es la cuestión del testimonio común sobre la paz, la familia, la juventud, para que el mundo crea. Obviamente hay unos fundamentos teológicos: todo esto es posible porque somos hermanos en la fe. En estos campos no hay diferencias entre nosotros. Las cuestiones dogmáticas deben ser superadas en el ámbito del diálogo teológico, que se realiza con todas las Iglesias ortodoxas en una comisión teológica mixta. Esta declaración no podía ni quería ser eso.
Hace pocas semanas se anunció que el esperado Sínodo panortodoxo se celebrará en junio. ¿Qué puede salir de esta cita?
Este concilio tendrá ciertamente un gran significado. Para el mundo ortodoxo, porque las 14 Iglesias ortodoxas tendrán la posibilidad de dar un testimonio común de sus preocupaciones. El mismo hecho de que se encuentren es ya muy importante. Seguramente tendrá también una repercusión muy positiva en las relaciones entre la Iglesia católica y las ortodoxas, porque se adoptará un documento sobre las relaciones con los demás cristianos. Todo lo que contribuya a la unidad entre los ortodoxos contribuye también al acercamiento entre ortodoxos y católicos. Se puede pensar que será invitado un observador católico, porque está previsto en el reglamento del concilio, pero todavía no se ha confirmado.
Otro evento de este intenso año será, en septiembre, la reunión de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas Orientales, que estudiará un documento sobre la sinodalidad y la primacía en la Iglesia en el primer milenio.
Desde hace años se prepara un nuevo documento, siguiendo al de Rávena de 2007 [sobre la comunión eclesial, la conciliaridad y la autoridad], y se puede esperar que sea aceptado en la plenaria de septiembre. Será otro momento importante, porque en el primer milenio católicos y ortodoxos estaban unidos en la fe y en la Eucaristía. Esta reflexión puede ser una ayuda para hoy. No significa que debamos hacer lo mismo, pero podemos encontrar inspiración.
El dominico francés Hyacinthe Destivelle es el responsable de la sección oriental del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y, por tanto, de las relaciones con la Iglesia ortodoxa rusa. El religioso, de 45 años, accede a esta entrevista solo unas pocas horas después de volver de Cuba.