Talitha Kum: «No podemos acabar con la trata solas» - Alfa y Omega

Talitha Kum: «No podemos acabar con la trata solas»

Nasreen, india, y Pauline, keniana, fueron traficadas pero ahora lideran dos de las 219 ONG externas que cooperan con la red mundial de las religiosas para atajarlo. En 2023 la red salvó a casi 754.000 víctimas

Victoria Isabel Cardiel C.
Pauline promueve en Kenia talleres para la inserción laboral de mujeres vulnerables
Pauline promueve en Kenia talleres para la inserción laboral de mujeres vulnerables. Foto cedida por Pauline Juma.

Las voces todavía resuenan en la cabeza de Pauline Juma como un zumbido obsesivo. «Me repiten que los abusos que sufrí fueron un castigo que me merecía», relata esta joven de Kenia que ha logrado transformar su trauma en una lucha por los derechos de las mujeres. En 2019 fundó la ONG Rebirth as a Queen (Renacimiento como una Reina), que forma parte de la red de asociaciones que trabajan con Talitha Kum, la iniciativa de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) para luchar contra el tráfico de personas.

Su presencia risueña esconde una vida de violencias solapadas una tras otra. La primera, pegada a la cuna. Nació en el degradado suburbio de Kibera, a las afueras de Nairobi, rodeada de todo lo que debería estar alejado de un bebé: miseria, drogadicción y delincuencia. Con 16 años sufrió su primera violación. Un grupo de chavales de su entorno la encerró en una habitación y ella —inmóvil por el miedo— se dejó hacer. Una experiencia de la que fue «incapaz de hablar» por miedo a no ser creída. Con 19 la obligaron a casarse con un hombre bastante más mayor que ella. «Sufrí malos tratos», resume sin escarbar en ese infierno común a muchas kenianas. Buscó trabajo en un club y acabó prostituida. «Llegué a pensar que para que alguien me diera una oportunidad tenía que violentar mi cuerpo una y otra vez», describe. Volvió a guardar bajo llave esa experiencia porque «los explotadores amenazaban a mi madre». Además del olvido institucional que sufren las mujeres explotadas en Kenia, hay otros factores que perpetúan este negocio, como la corrupción que impregna a las fuerzas de seguridad del país: «La trata está normalizada. Si a un policía le dan 20 euros no pondrá problemas por tener que mover a un niño pobre de una esquina a otra» para que sea explotado sexualmente.

Pudo salir de su pesadilla con 23 años. Una amiga le presentó a una comunidad que trabajaba ayudando a chicas sin recursos como ella. «Me dijeron que tenía que creer en mí misma porque era una chica muy fuerte», recuerda ahora con 29 años, tres hijos y la convicción de que las víctimas también pueden liderar el cambio. Pauline no ha espantado del todo los terrores nocturnos y las crisis de ansiedad, pero hoy es una activista que logró sanar sus heridas. Como las 22 chicas que acoge en su ONG: «Mi sueño era dar a las víctimas de trata un espacio seguro donde pudieran contar sus historias y recibir educación. Algo que yo no tuve». Rebirth as a Queen es además una de las cuatro organizaciones que recibe parte de las donaciones recabadas por Talitha Kum a través de la aplicación Walking In Dignity, diseñada para concienciar a la sociedad sobre la trata de personas.

Como esta joven valiente de Kenia, la india Nasreen Sheikh es otra superviviente. Consiguió salir de la espiral de explotación infantil que rodea la industria textil y ahora lidera la asociación Empowerment Collective, con sede en Nepal. Esta asociación, como la de Pauline y otras 217 ONG, colabora con la red global de religiosas. En este caso su objetivo es defender a los trabajadores desamparados ante abusos frecuentes en las fábricas de ropa como trabajar sin descanso 15 horas al día o dormir en un habitáculo insalubre en el mismo lugar. «Me pagaban menos de dos dólares al día por una jornada larguísima y sin descansos cuando fui explotada en una empresa textil clandestina» en Katmandú (Nepal), asegura. Ahora Nasreen dedica sus esfuerzos a concienciar a la gente para que no compre «productos elaborados por esclavos». Ambas contaron su historia en la segunda asamblea de Talhita Kum, celebrada la semana pasada en Roma y que concluyó con la entrega de los Premios Hermanas contra la Trata. Esta poderosa estructura eclesial logró arrancar en 2023 a cerca de 753.392 personas de las garras de la explotación sexual o laboral. «Es delincuencia organizada de muy alto perfil que está presente en todo el mundo», asegura Abby Avelino, la coordinadora internacional de la red nutrida por 870 congregaciones, el 89,3 % femeninas. «No podemos hacerlo solas. El trabajo en red y la colaboración con otras organizaciones son la clave».

Premiadas

Hermana Gracy Rodrigues, religiosa india de la congregación de la Hijas de la Caridad.

Lleva 13 años trabajando para prevenir la trata en Maharashtra, Gujarat y Goa. Lidera un proyecto educativo que imparte clases de sensibilización frente a la explotación sexual a niños que viven en barrios marginales.

Hermana Anne Victory, religiosa de Estados Unidos de la congregación de las Hermanas de la Humildad de María.

Médico y enfermera, es miembro fundador de la junta directiva de U.S. Catholic Sisters Against Human Trafficking, que lleva más de una década luchando contra la trata de seres humanos.

Hermana Marie Claude Naddaf, religiosa siria que trabaja en el Líbano como coordinadora de Wells of Hope, iniciativa regional de Talitha Kum.

Pionera en ofrecer servicios sociales de ayuda a las mujeres de Siria que sufren violencia de género o son víctimas de trata. Muchas de ellas acaban encarceladas junto con otros delincuentes por ejercer la prostitución.