Cuando Pablo y Pedro caminaron - Alfa y Omega

En la vida hay que ser pacientes y perseverantes, una de las cuestiones que los más mayores transmiten a la juventud. No dejar de trabajar duro, soportar todo tipo de dificultades y reponerse ante ellas constituyen un camino que, guiado por la fe, siempre será más llevadero. Hoy quiero rescatar un himno clásico de música espiritual que en la década de 1990 hizo popular una cantante llamada Claire Lynch.

Esta mujer, natural de Kingston, estado de Nueva York, es una de las más reputadas compositoras y cantantes de bluegrass, un estilo que nace del country y que está muy asentado desde principios del siglo pasado en las zonas más rurales del centro y sur de Estados Unidos. En 1998, Lynch se sumergió en un tema de música religiosa con tintes de bluegrass llamado Paul and Peter walked, es decir, habla de cuando Pablo y Pedro se pusieron en camino allá por los inicios del cristianismo primitivo en un viaje para propagar las enseñanzas de Jesús. De hecho, trata metafóricamente esa perseverancia, esa fe y esa dedicación hacia una creencia.

El tema dice que ambos caminaron por tierra contando la historia de un carpintero de Galilea que sanó a los enfermos e hizo ver a un ciego. La cuestión es que la canción aborda los desafíos a los que se enfrentaron en aquel viaje, toda una odisea a través de las montañas y de caminos sinuosos por los que transitaron a pie. Además se encontraron con lluvia, con días de sol abrasador y con momentos en los que decidieron cantar una canción durante el trayecto para que los niños la escuchasen y se sumaran a su andadura. La clave está en el estribillo, que dice así: «Entonces, si vas demasiado lejos, viaja ligero. Y si hace demasiado calor, camina de noche. Si el camino está demasiado áspero, hazlo suave. Y si no tienes tiempo, no hay tiempo que perder». Ahí está la enseñanza de la canción, ya que hace un énfasis especial en que los desafíos se vayan afrontando paso a paso en la vida, con una aceptación de que los caminos no van a ser fáciles o no van a ser directos. Habla de un tránsito por este mundo repleto de curvas que hay que sortear y lidiar. Lo que Claire Lynch quería era hacer una reflexión sobre la paciencia necesaria para soportar las dificultades, para poder seguir creciendo y para alcanzar la plenitud espiritual.