Ignasi Taló: «El deporte no es más que un juego y se lo estamos robando a los niños»
Fue atleta, se licenció en Ciencias Biológicas y ahora dirige la Fundación Brafa, una escuela deportiva de inspiración cristiana en la que hoy juegan y aprenden casi 500 niños. Se ha dado a conocer en todo el mundo a través de campañas virales en las que simulan escenas muy reales, como padres hoolingans que se lo hacen pasar mal a sus hijos en el campo. La fundación también desarrolla actividades gratuitas para unos 60 adultos que están sin trabajo, refugiados o en la cárcel.
¿Qué tal han acabado los chicos la temporada?
Depende de la edad y la categoría de cada uno, pero muy bien. Son días de tensión porque los equipos se juegan títulos, ascensos y descensos, aunque, más allá de la victoria, nosotros lo que queremos es que los niños aprendan y mejoren. No renunciamos a ganar partidos, porque eso forma parte de la educación. Eso sí, es más importante formar personas, campeones para la vida.
¿Cómo es el ambiente en las gradas durante estas fechas?
La competición de niños tendría que ser un espacio para estar relajado y pasárselo bien, pero ves a muchos padres muy tensos. ¿Por qué es tan diferente la actitud de un padre cuando va a ver una obra de teatro de su hijo que cuando va a ver un partido? Sé que es un ejemplo un poco exagerado porque son cosas muy diferentes, pero la actitud del padre debería ser la misma, la de disfrutar. Evidentemente, tu hijo cometerá errores, pero parece que solo vas a disfrutar si gana y destaca. Estos padres que están tan encima del hijo le están cortando su capacidad de decisión, y ya no digamos cuando no aceptan los errores del árbitro. No hay muchos problemas graves, ahora bien, cuando los hay, suelen ser altercados importantes.
En Brafa lleváis años publicando unas campañas de vídeos tituladas No seas hooligan…
Empezamos a hacerlas porque es muy triste la realidad que vivimos con los padres en las gradas. El deporte no es más que un juego y se lo estamos robando a los niños. Siempre incidimos en lo mismo: los padres tendrían que ser los principales protectores, defensores y referentes del niño, y no hacerle sufrir o pasar vergüenza. En estos vídeos nos inspiramos casi siempre en escenas reales que hemos vivido en los partidos escolares, como padres a los que se les va un poco la cabeza, gente que va a animar con tambores y petardos a un partido de niños de 7 años y jugadores que acaban llorando y diciéndole al árbitro que tienen miedo.
¿Cómo es Brafa por dentro?
Somos gente que está en los campos y nuestro objetivo es hacer una labor social y educativa. El nuestro es un barrio bastante humilde y muchos niños están becados, ninguno se queda fuera por un asunto económico. Además, tenemos un plan propio de formación que hemos creado con la Universitat Internacional de Catalunya para que los entrenadores sepan transmitir competencias de liderazgo. Para nosotros es muy importante la educación: cada grupo tiene un tutor que les da charlas y estamos siempre en contacto con las familias. Tenemos varios entrenadores con discapacidad que están contentísimos y aportan muchísimo a sus equipos. Por último, Brafa tiene una inspiración cristiana y, aunque muchas familias no son practicantes, todos los años hay algún bautizo, comunión o bodas de los padres.
¿Y cómo se originó esta idea?
En 1954, cinco amigos —algunos del Opus Dei— dieron inicio a este proyecto de manera espontánea. En 1969, el propietario del campo que tenían alquilado les dijo que iba a construir pisos, y así llegaron a este barranco de Nou Barris, que rellenaron con restos de desechos y hoy es la sede de Brafa, donde acuden niños y mayores a disfrutar del deporte.
¿Es un lugar donde son felices?
Mucho. El otro día me lo comentaba un hombre de 50 años que lleva muchos años con nosotros: «Brafa dignifica este barrio, es un paraíso en la tierra. ¿Qué sería de estos chavales sin Brafa?». Él nació en Nou Barris, ha jugado aquí desde niño, y me decía: «Yo habría tenido mi banda, robaría o repartiría droga. Y no ha sido así, gracias a que un grupo de personas un día decidió rellenar este barranco».