La UE se enfrenta al reto del auge del populismo y la violencia política
Los ataques a Robert Fico y a políticos alemanes y españoles generan un clima de radicalización de cara a las elecciones europeas. Se prevé que el grupo radical Identidad y Democracia amplíe en gran medida su representación
«Estamos ante un intento de magnicidio y es preocupante que este tipo de violencia pueda iniciar una cadena», opina Miguel Verdeguer, profesor de Derecho y Economía de la Unión Europea en la Universidad CEU San Pablo, sobre el intento de asesinato a Robert Fico, primer ministro de Eslovaquia, el pasado 15 de mayo. A dos semanas de las elecciones al Parlamento Europeo que se celebran entre el 6 y el 9 de junio —varía por países—, no cree que el atentado «altere la participación ni los resultados», pero advierte de que «es consecuencia de la polarización en la que está sumida Europa».
La agresión al eslovaco es el último eslabón en un ambiente de creciente violencia. En España, Vox viene denunciando continuamente pintadas, amenazas y agresiones contra sus sedes y sus actos. Durante las últimas semanas, sin embargo, se ha producido una oleada de ataques contra socialistas. En Alemania, los socialdemócratas Matthias Ecke, eurodiputado, y Franziska Giffey, vicealcaldesa de Berlín, han sufrido sendas agresiones este mes de mayo. En España, el alcalde de Ponferrada, el también socialista Olegario Ramón, sufrió un ataque el 11 de abril. Y cuatro días después Iratxe García, líder del grupo de la Eurocámara al que se adscriben los partidos de todos los anteriores, se despertó con pintadas en su casa, en Valladolid.
Miguel Verdeguer advierte de que «existe el riesgo» de una radicalización de la convivencia a raíz del ascenso en las elecciones de fuerzas de extrema derecha. «Hay que contemplarlo como posibilidad y tratar de hacer una política que lo prevenga», recomienda. En un río revuelto por la invasión rusa de Ucrania y la llegada de refugiados, el grupo Identidad y Democracia, profundamente euroescéptico y al que no pertenece ningún partido español —Vox está en el más moderado Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos—, podría pasar de 59 a 81 escaños según la encuesta Ipsos elaborada para Euronews. Un grupo, por cierto, que acaba de expulsar a Alternativa para Alemania tras las polémicas declaraciones de uno de sus dirigentes blanqueando a las SS.
En el extremo opuesto, el grupo de la Izquierda podría aumentar en cinco sus asientos, contribuyendo igualmente a la desaparición del centro a favor de opciones más ideológicas. Es un escenario que al profesor del CEU le preocupa porque «cuando haces política de extremos, suele carecer del sustento tecnocrático suficiente para que sea sostenible en el tiempo, lo que lleva a mayores confrontaciones sociales». Si el Viejo Continente se polariza, será cada vez más difícil salir de allí porque «la sociedad podrá verse cada vez con mayores reacciones y más crispación».
Alberto Ares, director del Servicio Jesuita a Refugiados Europa, apunta que con su peso actual las formaciones de derechas ya han reducido al mínimo el Nuevo Pacto Europeo de Migración y Asilo. Por la presión de la Italia de Meloni, este permite «aplicar medidas excepcionales si se considera que se está viviendo un estado de crisis». Como consecuencia, «hay una puerta abierta a la vulneración de derechos» y la detención de menores por largas temporadas y en los mismos espacios que los adultos. «Que proliferen los partidos de extrema derecha no es una buena tónica», opina Ares, quien considera que «generan sociedades en las que nos miramos más el ombligo». Una prueba: la reciente petición de 15 Estados miembro de derivar a sus solicitantes de asilo a «países seguros», que no lo son tanto.
Mientras tanto, el ataque a Fico ha preocupado al episcopado eslovaco. En conversación con Alfa y Omega, su portavoz, Katarina Jancisinova, señala que «que las tensiones sigan creciendo o no depende de cada uno de nosotros». Confía en que las elecciones serán «una oportunidad para tomar una reflexionada decisión personal y elegir a candidatos que fomenten el respeto, la estima mutua y los valores cristianos». Estos —abunda Manuel Barrios, secretario general de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la UE— giran en torno a «la migración y asilo, las políticas educativas, la ecología integral y el apoyo a la libertad religiosa y los cristianos perseguidos». «No son negociables», añade, si bien están «abiertos al diálogo con todos».