«Abandonar a los ancianos corrompe todas las etapas de la vida», advierte el Papa a niños y abuelos
Al reunirse con 6.000 ancianos y sus nietos, Francisco ha explicado que los mayores pueden contarles «lo fea que es la guerra»
Las diferentes generaciones, cuando trabajan juntas, «pueden revelar el maravilloso esplendor del hombre y de la creación». Es la principal lección que el Papa ha querido compartir con los 6.000 abuelos y nietos que lo han visitado en el Aula Pablo VI durante la mañana del 27 de abril. Ha sido una iniciativa organizada por la Fundación Gran Edad, presidida por el arzobispo italiano Vincenzo Paglia, quien es asimismo presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Entre los asistentes han estado además el actor Lino Banfi, conocido en su país como «el abuelo de Italia», y el cantante Al Bano, célebre por su canción Felicità.
Durante su discurso a los presentes, Francisco ha subrayado que «el egoísmo empobrece», a diferencia del amor, que «nos vuelve mejores, más ricos y más sabios, a cualquier edad». Ha invitado a los mayores a transmitir la fe a los más pequeños y estar así unidos al «conocer a Jesus, que nos ama, que no nos deja jamás solos y que nos empuja a hacernos cercanos los unos de los otros y no excluir jamás a nadie».
El Pontífice ha advertido de que «estar pendiente solo de uno mismo» y «vivir como islas» lleva a «muchísima soledad». Una dinámica especialmente frecuente «cuando, por la cultura del descarte, los ancianos son abandonados y deben pasar los últimos años de su vida lejos de su casa y de sus seres queridos».
Posteriormente se ha dirigido a todos los nietos que esta mañana han visitado el Vaticano. Les ha pedido «escuchar a los abuelos, especialmente cuando os enseñan con su amor y su testimonio a cultivar los afectos más importantes». Un amor que, como les ha explicado, «no se obtiene con la fuerza ni aparece como consecuencia del éxito, pero colma la vida».
El Papa les ha hablado a todos de dos ancianos muy especiales, Simeón y Ana, que reconocieron a Jesús «cuando fue llevado al templo de Jerusalén por María y José». «Fueron los viejos los que entendieron aquel misterio», ha opinado Francisco, quien ha dicho de ellos que precisamente «ven a lo lejos porque han vivido muchos años y tienen mucho que enseñar». Por ejemplo, ha recordado cómo en su niñez su abuelo, un veterano italiano de la Primera Guerra Mundial que combatió en la batalla del Piave, ya le contó «lo fea que es la guerra».
Finalmente, el Papa ha insistido en cuidar de los abuelos porque «marginar a los ancianos corrompe todas las etapas de la vida». Y ha pedido aprender de ellos el «magisterio» de un amor fuerte capaz de ablandar hasta el corazón más duro.