Sexmatters.org es una organización benéfica de derechos humanos que se constituyó en 2022 y cuya misión, visión y valores son la promoción de la relevancia que el sexo tiene en la legislación, la política y el lenguaje para proteger los derechos de todos. Si ustedes acceden a su web leerán esto: «Creemos que el sexo es importante en la ley y en la vida, y no debería faltarnos valor para decirlo». Sex matters dedica recursos a explicar que existen dos sexos, femenino y masculino; pide a los gobiernos y organismos públicos que adopten posiciones claras al respecto; defiende que los derechos humanos de todas las personas tienen valor y promueve un debate abierto y basado en la evidencia. Por sostener estas premisas y defenderlas públicamente, la escritora británica J. K. Rowling ha sido públicamente calumniada y su casa ha sido objeto de actos vandálicos. Rowling no tiene miedo. Y, como ella, otras mujeres y varones a lo largo del mundo están dispuestos a aceptar las consecuencias penales y administrativas de normas que, como la escocesa ley de delitos de odio y orden público, prevén penas de hasta siete años de cárcel para quienes sean acusados, entre otros delitos, de incitar el odio a la identidad que llaman transgénero.
El movimiento queer se ha convertido en un potente grupo de presión que no solo usa los medios de comunicación para amedrentar a quienes cuestionan sus dogmas, sino que ha conseguido infiltrarse en las políticas públicas de numerosos gobiernos del mundo occidental.
Ser varón y ser mujer es relevante. Lo es para la procreación, lo es porque las palabras madre y padre no son idénticas y porque, le pese a quien le pese, somos cuerpos sexuados. Una cosa es el determinismo biológico derivado del sexo, contra el que en su día escribió Benedicto XVI, y otra cosa muy distinta es negar que las diferencias biológicas sean irrelevantes hasta el punto de considerarlas un constructo cultural y social. Son muchos los médicos, psicólogos, filósofos e intelectuales que no tienen miedo e insisten, a diestro y siniestro, en la perversión de un movimiento que ignora los derechos de los menores y niega que ser mujer sea una identidad relacionada con el sexo biológico. De hecho, el generismo queer es misógino y sexista. Y, por esta razón, visceralmente antifeminista.