Tiempo actual. Estados Unidos está en guerra civil territorial. Un presidente fanático ha logrado dividir al país y que diversos Estados ya no quieran seguir bajo su autoridad. Por tanto, una serie de Estados han declarado su secesión de la unión y han creado diversos ejércitos rebeldes. El potente Ejército del Oeste va ganado posiciones y avanza hacia Washington D. C. Un grupo de periodistas y fotógrafos de guerra deciden viajar en coche a Washington para intentar entrevistar al presidente antes de que sea demasiado tarde y tenga que entregar la Casa Blanca a sus enemigos. Este grupo lo forman Lee (Kirsten Dunst), una famosa fotorreportera; Sammy (Stephen McKinley Henderson), un histórico reportero, anciano, de The New York Times; Joel (Wagner Moura), un ambicioso periodista y la jovencísima Jessie (Cailee Spaeny), que se está iniciando en el oficio y que prácticamente se cuela en el equipo. Comienza así una road movie llena de peligros mortales al estilo de la película distópica Hijos de los hombres (A. Cuarón, 2006).
El largometraje se presenta como una reflexión sobre la naturaleza y los límites morales del fotoperiodismo, concretamente sobre el fotoperiodismo de guerra. Por un lado, la cinta elogia su carácter vocacional, que lleva a los periodistas a jugarse su propia vida para conseguir enseñar al mundo lo que sucede. Pero, por otro, cuestiona el hecho de poner el objetivo periodístico —y el objetivo de la cámara— por encima de cualquier consideración moral. Ante una determinada agresión, el periodista ¿debe intentar impedirla o limitarse a sacar la foto? ¿Es moralmente aceptable fotografiar cualquier cosa abominable, como la muerte violenta de un niño o el asesinato en directo de una persona para obtener una buena instantánea publicable en la portada de una revista? Estas cuestiones van acompañadas de un homenaje a la fotografía clásica analógica en blanco y negro, que es la que practica Jessie en honor a su propio padre.
Sin embargo, este tono dramático y profundo no se mantiene igual durante toda la película y, en ocasiones, se desdibuja y se inclina hacia el lado de la parodia o de una especie de humor negro que no beneficia al resultado global. Aun así, el conjunto impacta y suscita reflexiones, amén de presentar una factura de solvente producción.
Visualmente la cinta tiene mucho vigor, aunque también es irregular: a escenas propias del cine de acción más desinhibido se añaden otras de una gran fuerza poética, como las del incendio en el bosque, mérito del director de fotografía Rob Hardy, habitual colaborador del director. La trayectoria del director y guionista, el londinense Alex Garland, se ha movido siempre entre cintas de género de acción, distopía o terror (Men, Aniquilación…), siendo nominado al Óscar al mejor guion por Ex Machina y aclamado por el de Nunca me abandones.
Destaca la interpretación de la joven Cailee Spaeny, que ya nos sorprendió en su papel en Priscilla y que mantiene un eficaz duelo interpretativo con la veterana Kirsten Dunst. Una propuesta imperfecta pero interesante.
Alex Garland
Estados Unidos
2024
Acción
+18 años