El mundo responde a la crisis de Sudán con 2.000 millones de euros
Uno de los principales problemas con los que se topan los operadores humanitarios en el terreno es la obstrucción para que esa ayuda entre al país por parte de las partes beligerantes
La Conferencia Internacional Humanitaria para Sudán, celebrada este lunes en París y a la que asistieron representantes de 58 países, logró recaudar más de 2.000 millones de euros para frenar la hemorragia de una de las peores crisis humanitarias del mundo con 25 millones de personas, la mitad de los habitantes del país que arde por los cuatro costados, que necesitan asistencia urgente. La ONU pide en total 2.500 millones de euros y hasta ahora solo había conseguido financiar un seis por ciento.
«En respuesta al llamamiento de financiación lanzado el 7 de febrero por Naciones Unidas, los donantes internacionales han anunciado hoy que movilizarán más de 2.000 millones de euros, incluidos casi 900 millones de euros de la Unión Europea y sus Estados miembros, para apoyar a las poblaciones civiles de Sudán y los países vecinos en 2024», señala en un comunicado el Ministerio de Exteriores de Francia, recogido por Europa Press.
Los participantes —entre los que también hay representantes de diferentes organismos de la ONU, de organizaciones regionales como la Unión Africana, la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) o la Liga Árabe, y más de medio centenar de ONG como el Comité Internacional de la Cruz Roja—, han pedido al Ejército de Sudán y a las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) que pongan fin al conflicto y respeten el Derecho Internacional Humanitario.
Asimismo, han instado a permitir el flujo «seguro y sin trabas» de la ayuda por todo el territorio y a través de otros países. De hecho, uno de los principales problemas con los que se topan los operadores humanitarios en el terreno es la obstrucción para que esa ayuda entre al país por parte de las partes beligerantes. La hambruna está a punto de ser declarada, con casi cuatro millones de niños desnutridos. A esto se suma el colapso de los servicios de salud, donde más del 80 % de los hospitales han sido destruidos y están fuera de servicio. La guerra ha provocado el mayor número de desplazados internos del mundo. Más de nueve millones de personas se han visto obligadas abandonar su hogar en Sudán.
Francia, Alemania y la Unión Europea, los organizadores del encuentro, han expresado su solidaridad y su apoyo a la población civil, que ha sufrido bombardeos indiscriminados, ataques por motivos étnicos y violencia sexual y de género por parte de ambos bandos.
En ese sentido, han considerado «esencial» la lucha contra la impunidad para «garantizar que los responsables de las atrocidades sean procesados y rindan cuentas», y han garantizado que esta crisis «no caiga en el olvido», tal y como venían denunciando numerosas organizaciones.
La guerra civil, que arrancó el 15 de abril del 2023 con el enfrentamiento entre el Ejército nacional —dirigido por el general Abdel Fattah Al-Burhan— y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), del general Hamdan Dagalo (alias Hemedti), ha desencadenado una crisis humanitaria de proporciones épicas.
Desde entonces, los compromisos diplomáticos para entablar una mediación entre las partes capaz de frenar la hemorragia de muerte que hasta la fecha ha dejado un reguero de casi 24.000 cadáveres han sido nulos. Las acciones emprendidas chocan con la indiferencia de ambas partes. De poco han servido en los últimos meses los esfuerzos de Arabia Saudí, Estados Unidos y la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) —que agrupa a los distintos Estados del Cuerno de África— para acercar las posiciones de las dos facciones a una tregua, con el objetivo de proteger a los civiles y garantizar el acceso de la ayuda humanitaria.
Según la versión oficial los combates comenzaron tras una larga y violenta disputa sobre la integración de los paramilitares de las RSF en el ejército regular. La falta de regularización desencadenó enfrentamientos armados que, según las primeras declaraciones de Al-Burhan, duraron «menos de dos semanas», pero se extendieron desde la capital, Jartum, a todo el país en pocos meses.
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, declaró su consternación por la espiral de violencia que ha situado a Sudán en el agujero de una «guerra total», con combates generalizados en Jartum, pero también al oeste, en Darfur, en el norte y el sur de Kordofán, así como en el estado del Nilo Azul, con un «total desprecio por los derechos humanos».
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, indicó que «Sudán se ha convertido en una pesadilla viviente», con casi la mitad de la población (25 millones de personas) en «necesidad urgente de alimentos y asistencia médica» y más del 80 % de los hospitales destruidos, como también indicó la ONG italiana Emergency, presente con varios centros sanitarios en el país.
La crueldad no tiene límites. No respeta ni siquiera la infancia. «Más de 10 millones de niños han estado expuestos repetidamente a la violencia mortal en todo Sudán desde que comenzaron las hostilidades, una cifra asombrosa que representa el mayor número de niños expuestos del mundo», señaló Turk en un comunicado.
«Los autores de las horribles violaciones de los derechos humanos deben rendir cuentas, sin demora, y sin demora, la comunidad internacional debe centrar su atención en esta crisis. El futuro del pueblo sudanés depende de nuestras acciones para intentar detener esta masacre de civiles y proporcionar ayuda humanitaria a los refugiados», destacó Turk.
La ONG Amnistía Internacional ha formulado acusaciones de crímenes contra la humanidad, condenando a ambas facciones por la «violencia indiscriminada» ejercida contra la población civil, con «bombardeos y armas químicas» empleadas en zonas urbanas o refugios de refugiados, también en total desprecio del derecho internacional.
El principal foco del terror está en Darfur. El último estudio publicado por Acled —una ONG especializada en el análisis de conflictos armados— dibuja un panorama aterrador de la brutalidad del bando de la RSF en esa región, donde la «limpieza étnica» avanza sin freno. En particular contra los miembros del grupo no árabe Massalit. En ciudades como Geneina —capital del estado de Darfur Occidental— han sido asesinadas «al menos 15 mil personas». El informe también señala el uso de la «violencia sexual como arma de guerra», con cientos de casos de mujeres y niñas violadas por miembros de la milicia bajo las órdenes militares de Dagalo.