Los obispos franceses condenan la deriva del gobierno de Macron hacia la aprobación de la eutanasia
Ante el proyecto de ley sobre el fin de la vida, los obispos dijeron: «Nuestro ideal democrático, tan frágil y tan necesario, se basa en la prohibición fundamental de matar»
Tan solo una semana después de haber inscrito el derecho al aborto en la Constitución francesa, el presidente Emmanuel Macron, ha abierto la veda para arraigar en la legislación la eutanasia. El Gobierno presentará en abril un proyecto de ley para facilitar la muerte digna de enfermos terminales en algunos casos, si bien, según el dirigente galo, no será una ley para «el suicidio asistido ni una eutanasia como tal». Con toda probabilidad la ley será debatida en el Parlamento el próximo mayo.
Macron mostró sus intenciones el pasado domingo en una entrevista que concedió a dos medios situados en las antípodas desde el punto de vista editorial: el periódico católico La Croix y el diario progresista Libération.
Tras el anuncio de Macron, que llegó a enmarcar el proyecto de ley de la eutanasia en el marco social de la «fraternidad», los obispos franceses expresaron su repulsa en un comunicado publicado el pasado martes 19 de marzo.
Desde el Santuario de Lourdes donde están reunidos hasta este sábado 23 de marzo, los obispos reafirmaron su «rechazo a la muerte inducida» y reivindicaron que la prioridad deben ser los cuidados paliativos. «Es un imperativo de humanidad y de fraternidad —afirmaron— aliviar el sufrimiento y ofrecer a todos el mejor final posible para su vida, en lugar de interrumpirla con un gesto letal. Nuestro ideal democrático, tan frágil y tan necesario, se basa en la prohibición fundamental de matar».
Los obispos señalaron que actuaban como portavoces de «muchos de nuestros conciudadanos, cristianos o no, creyentes o no», y de «un gran número de agentes sanitarios, a cuyo compromiso, competencia y generosidad queremos rendir homenaje».
En la declaración, los obispos se mostraron «impresionados» por la evolución de los cuidados paliativos. «Estamos convencidos de que pueden y deben desarrollarse aún más, cuantitativamente, en todo nuestro país y, cualitativamente, continuando respondiendo cada vez mejor al dolor aún más refractario», aseguraron.
De este modo, pidieron más inversiones para que la investigación científica dé con «los mejores tratamientos para aliviar el dolor». Los obispos instaron a los católicos a «comprometerse más con las personas con discapacidad, con las personas mayores o con las que se encuentran al final de la vida: la solicitud voluntaria de suicidio asistido o de eutanasia es, a menudo, expresión de un sentimiento de soledad y abandono que tenemos que resolver».
Y añadieron: «Cuanto más avance la solidaridad con las personas más vulnerables, más avanzará nuestro país por un camino renovado de hermandad, justicia, esperanza y paz. Incluso nuestra era, a menudo habitada por el miedo a la muerte y el deseo de prolongar la vida indefinidamente, considera que las vidas frágiles carecen de sentido. Queremos afirmar que toda vida, por frágil que sea, merece ser honrada hasta su fin natural».
«En medio de tanta violencia contemporánea, en nuestro país y en todo el mundo —concluyeron los obispos—, invitamos a los cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a ser auténticos servidores de la vida de sus hermanos y hermanas. El mensaje de la Pascua, que cada uno puede acoger a su manera, es el triunfo del amor y de la vida sobre el sufrimiento y el sentimiento de abandono».