Los jóvenes necesitan «espacios de encuentro» ante los delitos de odio
Durante 2023 los crímenes ligados a la intolerancia aumentaron un 33,1 % y 248 menores sufrieron agresiones. Iglesia y asociaciones piden desactivar la polarización que las provoca
Según el Ministerio del Interior, los delitos de odio aumentan año tras año. Las últimas cifras oficiales, recogidas durante 2023, señalan 1.606 incidentes en España, lo que supone un 33,1 % más que en 2022. Se concentran, en primer lugar, sobre las personas de origen extranjero y, después, en personas homosexuales y transexuales. Una lacra de la que no se libran los menores, pues 248 de ellos fueron blanco de la intolerancia el año pasado.
Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, una asociación que a lo largo de 34 años ha ayudado a unas 2.300 víctimas a denunciar, advierte de que el repunte de ataques físicos entre adolescentes se debe a que los mensajes de odio en redes sociales «han crecido de manera estratosférica». A su juicio, son el preámbulo a los golpes porque «normalizan las agresiones» y perpetúan el acoso «en casa de cada uno o mientras miras el móvil». Según un estudio elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, en 2021 un 38,1 % de los jóvenes visitó «páginas donde la gente publica mensajes que atacan a ciertos individuos o colectivos» y un 9,2 % confesó haber publicado este tipo de contenido ellos mismos.
Ibarra tiene una larga experiencia denunciando desde su plataforma y ha tenido «muchas represalias», como cuando ETA le mandó un paquete explosivo o tuvo encontronazos con grupos de ideología nazi. Advierte de que, hoy igual que en los años 90, el miedo paraliza a quienes sufren acoso y les impide denunciar. Por lo que considera que «los datos del Ministerio del Interior se quedan cortos» y sería necesario «multiplicarlos por cuatro».
El presidente del Movimiento contra la Intolerancia tiene muchas exigencias para los políticos, como la ampliación del artículo 510 del Código Penal para cubrir cualquier atentado a la dignidad en vez de solamente las tipologías más vulnerables, pues considera que los ataques siempre «suceden antes que la ley» y existe un gran incremento de las agresiones «por motivos ideológicos». Pero, antes de cualquier otra demanda, pide a los gobernantes que «no polaricen». «Y a los medios de comunicación les diría lo mismo», añade.
Por su parte, Carmen Ortiz, de 19 años y estudiante de Periodismo en la Universidad Carlos III, hace lo que está en su mano por desactivar las retóricas violentas que amenazan a los jóvenes y la convivencia. Ha sido una de las organizadoras del cierre de campaña de Juventud Obrera Cristiana (JOC) el pasado 2 de marzo, centrada en la lucha contra la polarización y la desinformación. «Notamos en nuestro día cómo esta realidad crece y, como somos Iglesia, jóvenes y movimiento, creemos que es muy importante hacerla frente», cuenta a Alfa y Omega. Sus compañeros y ella quieren difundir «la cultura del encuentro» que el Papa Francisco desarrolla en su encíclica Fratelli tutti, «que nos lleva a ser comunidad, estar juntos y combatir esos mensajes de odio que nos afectan».
Como remedio, desde su movimiento organizan lo que llaman «equipos de vida». Son pequeños grupos de entre cuatro y seis personas donde «hacemos estudios del Evangelio» y buscan estrategias para resolver las injusticias de las que son testigos bajo las máximas «ver, juzgar y actuar». Quieren crear «espacios de encuentro» que consigan romper con el aislamiento. «Escuchamos y respetamos al individuo ante todo».
El acto, que tuvo lugar en el Colegio Salesianos Carabanchel contó con la visita del arzobispo de Madrid, el cardenal José Cobo, quien felicitó a la JOC por «transformar realidades, no con muchos medios sino con pico y pala y lluvia fina». Para Ortiz, la visita del cardenal ha supuesto «un signo de comunión, porque la Iglesia somos todos». Y vaticina que «el Papa Francisco estaría muy orgulloso de ver cómo los movimientos de Madrid son hermanos».