Una mano tendida en las desgracias, repentinas y largas
La Iglesia es un atleta polifacético que, si brilla en los esprints, da lo mejor de sí en las carreras de fondo más complicadas
Hay desgracias de todas las formas y tamaños; si se puede hablar de tamaño cuando, para quien la sufre, toda la vida se desgarra. El incendio de un edificio en Valencia, con diez muertos y 400 personas que lo han perdido todo, golpea con la certeza de que le podría pasar a cualquiera. En otras ocasiones, el drama coge velocidad más lentamente y de repente la sociedad se ve inerme frente a un monstruo como la crisis del fentanilo en Estados Unidos, donde 150 personas mueren al día por sobredosis de drogas sintéticas. Una acumulación de cadáveres ante la que es casi inevitable irse anestesiando.
Sin embargo, la Iglesia tiene «la certeza de que, a pesar de tanto sufrimiento, Dios no deja de amarlos» a todos y cada uno, como dijo el arzobispo de Valencia en una vigilia. Por eso, en cuanto se supo el alcance del incendio, lo primero en lo que pensó mucha gente fue en llevar su aportación a la parroquia más cercana. La comunidad organizó turnos todo el fin de semana para distribuir todo. La solidaridad de los valencianos ha sido tanta que no falta quien se plantea a qué fin se puede destinar lo que sobre.
La Iglesia es un atleta polifacético que, si brilla en los esprints, da lo mejor de sí en las carreras de fondo y en las competiciones multidisciplinares. Al otro lado del Atlántico, lleva años respondiendo de mil maneras a la crisis de los opiáceos. En Oregón, los voluntarios de Catholic Charities salen a atender a las personas sin hogar llevando naxolona, para revertir las sobredosis. Pero también brindan a los sintecho un hogar y seguimiento para detectar las adicciones. En Virginia, ofrece líneas telefónicas 24 horas y tratamientos de desintoxicación. Sin olvidar las charlas de prevención en las parroquias y los llamamientos a la clase política para que supere las diferencias y tome medidas eficaces. Una atención que «no depende del pago», subrayan desde Catholic Charities. «Siempre estaremos aquí y seguiremos trabajando con quien lo necesite».