El Dicasterio para la Evangelización presenta los materiales para el Año de la Oración
Enséñanos a rezar contiene modelos de plegaria individual y comunitaria para comunidades y familias. Se trata de «una invitación a intensificar la oración como un diálogo personal con Dios»
«En el camino hacia el Jubileo de 2025, el Papa Francisco desea que este año 2024 esté dedicado a la oración». Así comienza el subsidio Enséñanos a orar, hecho público por el Dicasterio para la Evangelización con ocasión del Año de la Oración decretado por el Santo Padre a finales del mes de enero.
«La celebración de un Año Santo, que encuentra su origen más remoto en la tradición judía del jubileo como tiempo de perdón y de reconciliación, es una ocasión especial para meditar sobre el gran don de la misericordia divina», afirma la introducción del subsidio, que señala asimismo «la importancia de la conversión interior, necesaria para poder experimentar los dones espirituales prodigados a los peregrinos durante el Año Santo».
El texto —que se puede descargar gratuitamente desde la página web en su versión inicial en italiano, aunque en breve estará también disponible en otros idiomas— quiere ser «una invitación a intensificar la oración como un diálogo personal con Dios que lleve a reflexionar sobre la propia fe, sobre el propio compromiso en el mundo de hoy», afirma el dicasterio vaticano en su presentación.
Así, el documento lo conforman diversas secciones dedicadas a la oración en la parroquia y en la familia, junto a otras dedicadas a los jóvenes, a las comunidades de clausura, a la catequesis y a los retiros espirituales. Junto a ello, está salpicado de reflexiones, indicaciones y consejos «para vivir más plenamente el diálogo con el Señor y en relación con los demás», señala el Dicasterio para la Evangelización.
«En el contexto del Año de la Oración, la formación y el compromiso orante del pueblo de Dios y de cada creyente adquieren una relevancia particularmente significativa», concluye el subsidio, según el cual, desde esta perspectiva, «la oración se convierte aún más en un acto de auténtica comunión, no sólo entre el individuo y Dios, sino entre todos los miembros de la Iglesia, uniéndolos en una sola voz que se eleva desde la tierra al cielo».