Francisco pide una evangelización que destaque por su «compasión y ternura»
En su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, el Papa ha subrayado la importancia de la Misa y de no excluir a nadie
El Vaticano ha difundido este viernes el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebrará el domingo 20 de octubre de 2024. En él, Francisco subraya la importancia de no desfallecer en la misión, de la participación en el banquete eucarístico y de no dejar a nadie atrás.
A partir de un versículo del Evangelio de Mateo —«Vayan e inviten a todos al banquete»—, el Pontífice explica que «la misión es un incansable ir hacia toda la humanidad para invitarla al encuentro y a la comunión con Dios». Se trata de ir «más allá de toda frontera», una y otra vez, «sin cansarse o desanimarse ante las dificultades y los obstáculos». Una labor no reservada para unos pocos. Todo cristiano, reivindica el Santo Padre, «está llamado a participar en esta misión universal con su propio testimonio evangélico en todos los ambientes».
Pero esta tarea, que compete a todos, no tiene un estilo diferente en función del emisor. Ha de desarrollarse, «necesariamente», con «el mismo estilo de Aquel a quien se anuncia». Es decir, «sin forzamiento, coacción o proselitismo; siempre con cercanía, compasión y ternura, aspectos que reflejan el modo de ser y de actuar de Dios».
El Evangelio es para todos
En segundo lugar, el Papa pide tener presente «la urgencia del anuncio del Evangelio», porque «el Señor está cerca». Insta asimismo a rechazar el consumismo, el bienestar egoísta, la acumulación o el individualismo. La propuesta evangélica, por el contrario, destaca por la justicia, la fraternidad o el gozo, «en la comunión con Dios y con los demás».
Como anticipo de este banquete celestial, Francisco habla de la Misa, «donde el Señor nos alimenta con su Palabra y con su Cuerpo y Sangre». Ante esta perspectiva, «estamos llamados a vivir más intensamente cada Eucaristía». El Pontífice también pide «intensificar» la oración «por la misión evangelizadora de la Iglesia».
Por último, el Santo Padre reitera su llamamiento a acoger a todos, «sin excluir a nadie». «En un mundo desgarrado por divisiones y conflictos, el Evangelio de Cristo es la voz dulce y fuerte que llama a los hombres a reconocerse como hermanos», concluye. «No olvidemos nunca, en nuestras actividades misioneras, que somos enviados a anunciar el Evangelio a todos».