El Papa conoce de primera mano dos proyectos solidarios de la Pastoral Universitaria de Madrid
Francisco preguntó a los voluntarios «si lo que damos es de lo que nos sobra o nos privamos un poco de algo para dárselo a los demás»
Cuando a Miguel Fernández le comunicaron que estaría en la audiencia general con el Papa Francisco del pasado miércoles, 24 de enero, le pareció increíble. Pensaba que habría gente más indicada que él para ir. Pero este joven madrileño lleva años siendo uno de los responsables de Bocadillo Solidario, iniciativa de Pastoral Universitaria de la archidiócesis de Madrid y Cáritas Universitaria, que consiste en salir a dar de comer a las personas sin hogar. Dar de comer, y dar cercanía, cariño… «El bocadillo es en realidad la excusa para charlar y acompañar».
De ahí nació Nadie sin Cenar, que se celebra cada Nochebuena desde hace justo diez años. Una noche, cuenta Miguel, a unos voluntarios de una de las rutas de Bocadillo Solidario les sobró comida y decidieron trasladarse a la Plaza Mayor. Allí, «de manera totalmente providencial», se encontraron con el hostelero Jorge García y este les empezó a preguntar. «Soy tan insistente porque igual podemos organizar algo», les dijo. Y así fue como ese primer 24 de diciembre surgió Nadie sin Cenar, para llevar «una cena digna», caliente, en un día tan especial. Y, una vez más, sobre todo compañía. Por este décimo aniversario, Jorge García tuvo el sueño de llevarle al Papa una de las cajas que entregan esa noche. «Y lo consiguió», ríe Miguel.
Interés de Francisco
Había muchos nervios en la mañana de la audiencia en toda la expedición. A Jorge y a Miguel los acompañaban Pilar, otra voluntaria, y Mario Alcudia, periodista de COPE. «Teníamos que estar en el Aula Pablo VI a las 7:20 horas». La noche previa habían estado ensayando y perfilando las palabras, porque les habían contado que cuando el Papa pasara delante de ellos no era «el minuto de oro, sino los diez segundos de oro». «Había que saber qué decir, cómo presentarlo, para captar su atención». Vaya si lo lograron. Tras la meditación sobre el pecado de avaricia el Santo Padre, que apenas había detenido su silla de ruedas con ninguno de los presentes en la zona de invitados, paró junto al hostelero, el primero en dirigirle la palabra. García le explicó Nadie sin Cenar y le entregó al Papa una caja como la que reparten cada Nochebuena. Al ver que no pesaba, Francisco bromeó: «¡Espero que ese día no las entreguen vacías!».
Acomodándose en la silla, escuchó atentamente a Jorge cuando le contaba que no era solo la cena, sino también la charla, «para que no se sientan invisibles». «Me parece muy bien», afirmó el Papa. También le gustó que los voluntarios sean jóvenes. Y en este punto, continúa Miguel, «nos preguntó si lo que damos es de lo que nos sobra o nos privamos un poco de algo para dárselo a los demás». Esto es lo que se traerá Miguel de vuelta en el corazón a Madrid. «Es una buena pregunta para la reflexión; el Papa no da puntada sin hilo».
En lugar de comida, los responsables habían metido en la caja fotos de la iniciativa, un peto de voluntario, un menú de la cena y una carta en la que le cuentan al Papa «lo que nos ha cambiado estar con las personas necesitadas». Esto mismo le dijo de viva voz Pilar al Santo Padre: «El Bocadillo Solidario te transforma la manera de mirar al otro. También personalmente, porque de esta vivencia han salido también, por ejemplo, vocaciones al matrimonio». Así, le quisieron agradecer al Papa «que anime a la gente a salir a las periferias».
Nadie sin Cenar «empezó a lo pequeño y ha ido creciendo; en este décimo aniversario hemos repartido 500 cenas y hemos sido 1.000 voluntarios». Además, de un tiempo a esta parte se reúnen antes en la catedral de la Almudena, donde el cardenal Carlos Osoro en su día, y ahora José Cobo, les dirigen unas palabras y hacen una oración de envío. Por su parte, Bocadillo Solidario sale cada martes del año, a última hora de la tarde y primera de la noche, con 35 voluntarios que hacen diferentes rutas por Madrid.