Las Iglesias piden a la presidencia belga de la UE más esfuerzos por la paz en Ucrania
Una delegación de COMECE y la Conferencia de Iglesias Europeas abordó con el representante de Bruselas su preocupación por la polarización a pocos meses de las elecciones a la Eurocámara
Las Iglesias europeas han exhortado a la recién inaugurada presidencia belga de la UE a realizar esfuerzos sostenidos a favor de la paz y la estabilidad. En un contexto de conflicto tanto en Europa como en el exterior, pidieron aumentar las formas concretas de solidaridad con Ucrania e intensificar los esfuerzos diplomáticos para una «resolución pacífica, justa y sostenible» del conflicto.
Es una de las prioridades que presentó una delegación de la Comisión de Conferencias Episcopales de la UE (COMECE) y de la Conferencia de Iglesias Europeas (CEC por sus siglas en inglés) el 18 de enero a Willem van de Voorde, representante permanente de Bruselas ante la UE. La formaban Manuel Barrios, secretario general de COMECE; Peter Pavlovic, secretario de Estudios de CEC, y Alessandro Calcagno, asistente al secretario general de COMECE.
Sobre el conflicto ucraniano, el documento que hicieron público tras el encuentro subraya que «no solo desafía el orden internacional» sino que, sobre todo, es «fuente de horribles sufrimientos humanos y de destrucción generalizada». Señala asimismo que en su origen está la «brutal agresión» de Rusia contra Ucrania.
Las Iglesias aluden también al «despiadado ataque del 7 de octubre de Hamás contra el pueblo israelí» y a la masiva respuesta de Tel Aviv. Esta ha tenido «terribles consecuencias para la población palestina». Por último, expresan su preocupación por la población armenia, «que sufre las tensiones en la región del Cáucaso».
Impacto en las elecciones
Ante el comienzo del semestre en el que Bélgica ocupará la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, durante su reunión los líderes cristianos incidieron en la necesidad de fortalecer la democracia y la cohesión en la Unión Europea y de abordar el fundamentalismo y la polarización. Son cuestiones que les preocupan, especialmente teniendo en cuenta que pueden influir en las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán a finales de semestre. En este sentido, los representantes de COMECE y la CEC reiteraron su disponibilidad para colaborar con los legisladores de la Unión para promover el diálogo sobre el papel de la religión en una sociedad democrática.
La delegación ecuménica, por otro lado, aplaudió que la presidencia de Bélgica se haya planteado como una de sus prioridades una transición energética justa. Sus recomendaciones recogen cómo en muchos Estados miembro crece la inquietud «por los costes sociales actuales y futuros» que este cambio pueda tener. Por ello, consideran «indispensable alcanzar un amplio consenso político y social para evitar un potencial estancamiento en el trabajo legislativo hacia un futuro sostenible».
Aunque aplauden la reforma del mercado eléctrico y los esfuerzos hacia la descarbonización, COMECE y CEC recuerdan a la UE su obligación a la hora de importar tanto energía como materias primas. En este sentido, piden evitar «los acuerdos celebrados con regímenes autoritarios», así como la explotación de países en vías de desarrollo. También invitan a promover el diálogo con una amplia representación de la enorme diversidad de agricultores y ganaderos de la UE.
Educación y migraciones
Los líderes cristianos mostraron por último interés en la prioridad que se ha dado al desarrollo del Espacio Europeo de Educación. En este sentido, subrayaron el papel de la educación informal y de un abordaje integral de la formación, dos ámbitos en los que se puede dar una fructífera relación con las instituciones religiosas. Alertaron también de la necesidad de evitar «la fuga de los trabajadores más especializados fuera de Europa o dentro de la propia Europa».
Otro tema en la agenda de las Iglesias es el Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, cuyo texto final deberá terminar de acordarse en los próximos meses. Tras anunciarse un acuerdo a mediados de diciembre, COMECE mostró su temor a que «la Unión Europea no proteja el derecho de asilo y otros derechos». El texto, añadía, podía incrementar «el sufrimiento de los migrantes y solicitantes de asilo, produciendo detenciones masivas en nuestras fronteras, incluso de familias y niños pequeños, y la deportación de personas a terceros países que no son tan “seguros” como se describe».