El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre - Alfa y Omega

El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre

Martes de la 3ª semana del tiempo ordinario / Marcos 3, 22-30

Carlos Pérez Laporta
Ilustración: Freepik.

Evangelio: Marcos 3, 31-35

En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo:

«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan» Él les pregunta:

«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»

Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:

«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Comentario

Jesús aprovecha cualquier circunstancia para enseñarnos a vivir con Él, suceda lo que suceda. Especialmente desde su nacimiento mismo prepara el corazón de su madre. Ella siente que Jesús no ha dejado de alejarse de ella desde que salió de su vientre. Durante el embarazo lo llevaba en su interior. Estaban tan juntos que eran casi la misma persona. Pero el parto y el continuo crecimiento de Jesús han ido generando esa separación. Jesús ya es adulto. Es completamente otra persona distinto de ella. Pero Jesús le enseña cómo esa separación y distinción no tiene por qué ser lejanía. Esa distancia puede ser el espacio para una relación que no sea de identidad. No quiere que el vínculo entre ellos sea la identidad del clan familiar —«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»—; sino la relación libre entre ellos: «El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

De ese modo prepara especialmente el corazón de María para la cruz. No quiere que el dolor de la Cruz signifique una angustia desesperanzada. Sabe que María conserva todas sus palabras en su corazón, y que en el momento de la separación todo lo aprendido le servirá de guía para encontrar su presencia escondida por detrás de la muerte. El tono duro de Jesús prefigura la aspereza de la muerte. María no puede llegar a donde está Él, y llama «desde fuera». pero si hace «la voluntad de Dios» permanecerá junto a Él.