Colapso por falta de previsión - Alfa y Omega

En los últimos días de 2023 echamos la vista atrás para hacer balance. En Canarias la actualidad ha estado marcada por la movilidad humana. Tras un primer trimestre en el que las cifras descendentes parecían augurar una relajación de la ruta atlántica, los meses siguientes confirmaron que la bajada era solo un espejismo provocado por las malas condiciones del mar. A medida que la situación iba mejorando, aumentaban las embarcaciones que llegaban a las islas cargadas de vidas humanas buscando un futuro mejor. Pese a los esfuerzos de los implicados, la falta de previsión provocó, otra vez, un colapso de los sistemas de acogida. Con las calmas de septiembre se produjo un incremento notable de llegadas a El Hierro, situando allí el foco informativo mundial. En un hecho sin precedentes, miles de supervivientes tocaban tierra, exhaustos, en la isla más meridional y occidental del archipiélago, pasada la cual no hay tierra hasta América.

La Iglesia no ha sido ajena a esta realidad. Cientos de sacerdotes, religiosos y laicos de las islas se han dejado la piel tratando de dar una acogida digna a quienes han conseguido llegar a territorio europeo. Los obispos también han alzado la voz con una nota a principios de octubre. Igualmente, se ha impulsado el proyecto de corredores de hospitalidad, que esperamos siga creciendo el año próximo. Y en red con varias diócesis de África se ha puesto en marcha la Guía Atlántica de Hospitalidad, auspiciada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

Uno de los hitos de este año ha sido, indiscutiblemente, la misiva del Papa agradeciendo a la sociedad canaria haber abierto las puertas del corazón a los que sufren. Esta carta nos impulsa a afrontar los retos y oportunidades de 2024 con ilusión. En los tiempos que corren, la Iglesia está llamada a ser ejemplo de solidaridad y trinchera en la defensa de los derechos humanos. Tendremos que intentar llegar donde no llegan las políticas públicas, al centro de la persona, con ella en el centro. Pero sobre todo debemos estar atentos, porque el Señor mismo está a nuestro lado y, a veces, no nos damos cuenta.