Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños - Alfa y Omega

Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

Martes de la 2a semana de Adviento / Mateo 18, 12-14

Carlos Pérez Laporta
Ilustración: Freepik.

Evangelio: Mateo 18, 12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».

Comentario

El amor no es una fuerza impersonal que podemos encauzar en una u otra dirección. No se ama con el mismo amor a esta o a aquella persona. El amor es personal, es una relación única. No hay dos amores iguales, porque cada amor es la relación específica de dos personas únicas. Es imposible que haya dos amores de la misma especie. El amor siempre es un nombre propio.

Por eso, Jesús nos ama a cada uno de forma específica y nos viene a encontrar a cada uno, desvelándonos el amor particular que Dios nos tiene: «no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños». Por eso las cantidades no son relevantes, porque lo que es distinto no puede cuantificarse: tiene sentido dejar noventa y nueve ovejas en los montes para ir en busca de la perdida, porque cada persona merece todo su amor.

Dios es Amor porque Él mismo es la relación única que tienen entre sí Padre, Hijo y Espíritu. Y es Amor para nosotros, porque somos esa relación con Él, que nos amó, nos creó, nos sostiene y nos salva. Al venir para cada uno de nosotros nos desvela ese misterio de Amor en que consiste nuestra vida.