La plaza Mayor de Madrid acoge la I Feria Monástica de Contemplare con productos de más de 80 monasterios
Contemplare, que ayuda a los monasterios a dar a conocer sus productos y a comercializarlos, organiza la I Feria Monástica en la plaza Mayor de Madrid durante el puente de la Inmaculada
El ambiente que se respira en la Fundación Contemplare es ya como estar a las puertas de un monasterio. Silencio, reposo, tranquilidad, paz… Una pequeña cabaña de madera en un espacio ajardinado de Aravaca alberga la sede de la entidad y la tienda en la que se pueden adquirir productos elaborados en los monasterios a los que ayudan. En un despacho se encuentra Alejandra Salinas, la directora, y junto a ella un grupo de mujeres preparando ya la campaña de Navidad. Este año viene fuerte, porque en el puente de la Inmaculada, del 6 al 10 de diciembre, celebrarán la I Feria Monástica de Dulces y Belenes en la Casa de la Panadería de la plaza Mayor de Madrid. Allí habrá representados más de 80 monasterios de toda España con sus productos: en la Sala de Bóvedas se podrán adquirir mazapanes, polvorones, turrones y hasta 600 tipos diferentes de productos navideños, categoría gourmet porque cuentan con el sello de garantía de calidad de un monasterio; y en el Salón Real, en la primera planta, habrá belenes, figuritas, tallas, iconos, ropa de bebé, jabones artesanos y cosmética natural, completando una oferta de casi 300 objetos. «Estamos emocionados», sostiene Salinas, para quien es «el summum tener la oportunidad de mostrar los tesoros de los monasterios y dar a conocer los frutos del trabajo artesanal y de la vida de oración». Además, todas las tardes habrá un encuentro con monjes de la Comunidad del Cordero y conciertos de música sacra. Los visitantes podrán así «elevar» el alma gracias a esta invitación a «cruzar el portón del monasterio».
Contemplare nació hace seis años del «entusiasmo de una serie de laicos, cada uno con una trayectoria diferente en el mundo de la empresa, a los que nos une el amor a la vida contemplativa y las ganas de poner al servicio de los monasterios nuestra experiencia». Para lo que necesiten, matiza Salinas, porque no es solo «ayudarlos a vender el fruto de su trabajo», sino también a que mejoren el empaquetado y la presentación o a ser más eficientes en la facturación. El objetivo número uno, sin embargo, es acabar con la estacionalidad. «La Navidad es el agosto», pero la idea de Contemplare es intentar «que vendan todo el año, buscando más salado o dulces adaptados con recetas nuevas y actuales» en las que priman los productos desprovistos de grasas, con más frutos secos y menos azúcares. Para ello, la fundación tiene un acuerdo con Le Cordon Bleu, la escuela de cocina de la Universidad Francisco de Vitoria, en la que religiosos de monasterios pueden aprender a hacer praliné, diamantes de frambuesa o rocas de frutos secos y chocolate negro, por ejemplo. La apuesta por la alta cocina no es impedimento para que desde la fundación se preserve la vida monástica. Por eso Alejandra reconoce que «hemos aprendido cuál es su idioma, sus tiempos y sus prioridades, su cadencia de vida que se organiza en torno al ora et labora». La fundación se sitúa como un «puente entre los requerimientos del mundo y ellos» y como una forma de difundir la belleza de la vida contemplativa, «el pulmón espiritual de la sociedad» en palabras de Benedicto XVI.
«Pensaba que la gente es adicta al chocolate, pero no: lo es al polvorón», comenta Alejandra Salinas al referirse al producto estrella de la Navidad. Con todo, en Contemplare hay posibilidad no solo de productos navideños, sino también de otros que, en principio, nadie sospecharía que se hacen en un monasterio, como aceites, helados o cervezas. «Sí, hacen cerveza y está buenísima», resume Salinas.