Una jornada para no apartar «la mirada de los pobres»
Este domingo se celebra la Jornada Mundial de los Pobres. Fabrizio Salvati, quien acudió el año pasado al tradicional almuerzo con el Papa, cuenta la experiencia desde dentro
Fabrizio Salvati se ha convertido de un día para otro en un prestigioso periodista romano. Todos los meses publica un artículo en L’Osservatore di Strada, un suplemento de L’Osservatore Romano elaborado por personas sin hogar. «Para mí ha sido un empujón muy importante. Gracias al periódico hemos podido dar voz a quien no la tiene y he retomado un rol que había perdido», cuenta a Alfa y Omega desde el Palazzo Migliori, un edificio del siglo XVII frente a la columnata de Bernini que varios inversores querían convertir en un hotel de lujo en 2018. Gracias a la iniciativa de la Comunidad de Sant’Egidio en Roma y al apoyo del Papa Francisco, sirve ahora como casa a una treintena de personas sin hogar.
El improvisado periodista, de 68 años y que se ganaba la vida como profesor de música antes de verse en situación de calle, es uno de los 1.000 invitados a la comida que el Papa tendrá este domingo, 19 de noviembre, con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres. Le encantaría ir, pero señala que «yo ya estuve el año pasado, no tenemos muchas invitaciones para quienes vivimos en esta casa y hemos pensado en dar preferencia a quien vaya por primera vez». Para él es muy importante crear comunidad con sus compañeros en Migliori y, mientras charla con este semanario durante la cena, interrumpe sus respuestas para saludar o despedirse de los amigos que comparten la mesa con él.
Le basta con el recuerdo del año pasado. Entonces «nuestra mesa estaba muy cerca de la del Papa y cuando pasó a nuestro lado pudimos saludarlo», asegura. Se sintió «doblemente contento» de poder compartir comida con Francisco en el Aula Pablo VI porque «jamás habría tenido la oportunidad de otro modo». Además, ir en 2022 en representación de su periódico «significó mucho en el plano personal y me volvió a poner en movimiento».
«Damos lo mejor a los pobres»
Carlo Santoro, responsable de las personas sin hogar en la Comunidad de Sant’Egidio y director del Palazzo Migliori, confiesa que en su organización «somos un poco privilegiados porque desde el inicio de las Jornadas Mundiales de los Pobres hemos participado con el Papa». Este año, aparte de estar presente con una mesa, también «llevaremos a una familia de etnia gitana y a dos o tres familias de zonas de guerra que han llegado a Roma a través de los corredores humanitarios». Posiblemente de Siria o Etiopía.
Está orgulloso del trabajo que realizan en el palacio, un edificio con frescos antiguos y ricas decoraciones de madera. «Estamos acostumbrados a darles a los pobres las sobras, pero nunca cosas nuevas o que usaríamos nosotros», lamenta. «En este lugar damos a los pobres las cosas mejores, las más buenas. Por ejemplo, la comida la preparan cocineros profesionales que cada día vienen gratis y que empezaron a colaborar con nosotros durante la pandemia».
Contribuyen a esta causa voluntarios como Andrey y Nataliia, quienes vienen de Rusia y Ucrania. A pesar de la guerra entre sus dos países, llevan más de un año sirviendo juntos la mesa a los vecinos del Palazzo Migliori. «Queremos establecer una amistad con las personas sin hogar», explica el ruso. «Es muy importante porque ser cristiano no consiste solo en ir a Misa, es necesario leer el Evangelio, donde se nos dice que debemos encontrar a Jesús en el rostro del pobre». Aunque él y Nataliia son ortodoxos, han encontrado en esta institución católica una salida a su vocación de servicio.
Ellos hacen realidad el lema de la Jornada Mundial de los Pobres este año: No apartes la mirada de los pobres. Es ya la séptima edición de esta iniciativa, lanzada por Francisco en 2016 al finalizar el Jubileo de la Misericordia. Además de la ya tradicional comida con el Papa, hasta el 18 de noviembre, la plaza de San Pedro cuenta con varios puestos donde unos 50 médicos realizan gratis reconocimientos, ecografías y análisis, dispensan medicamentos y pruebas de COVID-19 y vacunan contra la gripe.
Siguiendo la lucha contra la pobreza a la que invita el Papa, Cáritas Roma desarrolla desde 2020 un proyecto conocido como la Oficina de la Oportunidad, con el apoyo del Ayuntamiento de Roma y la región del Lazio. La iniciativa busca ayudar a personas que llevan mucho tiempo desempleadas a reinsertarse en el mercado laboral. «Trabajamos con la idea de que todas las personas son portadoras de recursos, no solo de necesidades», explica la italiana Monica Piras, responsable del proyecto.
Uno de sus usuarios es Sergio Galleoni, de 55 años, quien llevaba más de seis meses desempleado cuando a través de su parroquia acudió a este servicio. Allí le ayudaron a reciclarse laboralmente y, a través de una agencia de colocación interna, encontró trabajo como carnicero en un famoso supermercado romano. «Acaban de renovarme por algunos meses más y poco a poco quiero reinsertarme en el mundo normal y buscarme un pisito sencillo para vivir por mi cuenta porque he vuelto a casa de mi madre, que tiene 90 años», explica.